Reyes de la Feria

El Rey de reyes verdadero

  • Su marca de 115 tardes de Feria no parece que vaya a ser jamás batida No estaba en los carteles de 1960 y el clamor de Sevilla obligó a Diodoro Canorea a recomponerlos para hacerle hueco.

CUANDO la década de los cincuenta va buscando las tablas nace para el toreo una pareja que tendrá una importancia capital hasta los mismísimos finales de ese Siglo XX. Estamos en 1959 y un novillero que goza de todas las preferencias de Sevilla toma la alternativa en Fallas a la misma vez que un bancario toledano, esposo de la heredera de Eduardo Pagés, se hace con las riendas de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Nace un dúo para la historia del toreo, un dúo que se hará indisoluble hasta el fallecimiento de uno de sus componentes. Lo forman Diodoro Canorea y Curro Romero hasta el 28 de enero del año 2000, día en que muere el empresario cuando ya tenía rematados los carteles de la Feria. En ellos, lógicamente, figuraba Curro Romero y nadie podía imaginar entonces que esa sería la última Feria que el irrepetible camero iba a pisar el albero del Baratillo.

Su última corrida en Sevilla fue el 2 de mayo de ese año para matar una corrida de Juan Pedro Domecq alternando con Curro Vázquez y Finito de Córdoba y ya habían pasado cuarentaiún años y cuarentaidós ferias desde que el 19 de abril de 1959, vestido de verde y oro, matase su primera corrida de Feria, de una Feria que hizo suya porque así lo quiso Sevilla mediante la ayuda indiscutible y fundamental de Diodoro Canorea. Las cifras son tremendas, pues Curro Romero hace el paseíllo en 115 tardes de Feria y en veinticuatro Domingos de Resurrección. Unas marcas que nadie las logró y que difícil será que alguien se acerque a ellas.

La historia de Curro con la Feria se inicia con un éxito extraordinario. Ese 19 de abril se estrenaba una norma que aún continúa vigente y sin la que ahora no se comprendería la suerte de varas. Es la de las dos rayas concéntricas que sirven para delimitar los terrenos del toro y los del picador. Y en el cartel de aquella tarde, toros de Peralta para Gregorio Sánchez, reciente padrino de alternativa de Romero, Juan Jiménez El Trianero y nuestro personaje.

Triunfo ruidoso del camero con vuelta al ruedo en su primero y las dos orejas en el sexto, que pasearía con la taleguilla remendada con esparadrapo por una tremenda voltereta. Aquel zambombazo de su presentación de novillero se refrendaba ya con el cuatreño y sería el principio de una historia plaga de simas y de cimas, longeva y con la intensidad de esos fogonazos deslumbrantes que fueron sus tardes de gloria. Fueron más las tardes negras, no nos vamos a engañar, pero eran tan buenas las buenas que el crédito le duró hasta que él dijo hasta aquí hemos llegado.

La Feria siguiente no se arregló con la empresa y cuando se anunciaron los carteles con su ausencia fue tal el clamor de Sevilla en favor de su contratación que Diodoro Canorea no tuvo otra opción que reconducir las cosas y darle cabida en ellos a Curro. Esa temporada fue la de la primera Puerta del Príncipe y gracias a un sobrero de Tassara alternando con Manolo González y Jaime Ostos la tarde del Corpus.

Extraordinario triunfo en la de 1961 con una corrida de Benítez Cubero junto a Jaime Ostos y Diego Puerta. En la de 1962, las cañas se tornan lanzas en sus tres tardes y bajo el apoderamiento de Antonio Márquez, su suegro. Se da la circunstancia de que esta Feria fue la primera en ser televisada, con la narración de Manuel Lozano Sevilla. La primera vez que las cámaras entran en la Maestranza es para retransmitir la corrida del lunes del alumbrado, 30 de abril, con un cartel sevillanísimo formado por toros de Arellano y Gamero-Cívico para Jaime Ostos, Curro Romero y Paco Camino.

Para los anales figura una foto histórica, la de Diego Puerta, Curro Romero y Paco Camino junto a Pepe Benítez Cubero la gloriosa tarde del 29 de abril de 1965. Curro entró, tras dos tardes deslucidas, en sustitución de Jaime Ostos y pocas veces se ha visto torear a tanta gente por las calles tras la corrida. En el 67 redondea una gran Feria que remata saliendo por la Puerta del Príncipe la última vez que Franco estuvo en la Maestranza.

En 69 se anuncia por vez primera en Domingo de Resurrección y el gobernador Utrera Molina suspende la corrida que iba a torear con Victoriano Valencia y Palomo Linares el domingo de preferia, en el 77 cuaja una Feria redonda bajo el apoderamiento de Antonio Ordóñez, en el 78 fse anuncia por vez primera en cinco tardes y en el 80 logra su quinta Puerta del Príncipe en el día que debutaba en Sevilla Espartaco. Van sucediéndose cimas y simas, refulge el 30 de abril del 84 con un toro de Gabriel Rojas llamado Flautino que propicia la imagen que inspirará a Sebastián Santos a la hora de esculpir su monumento.

En el 92 hace el paseo nueve tardes en la temporada sevillana, ve cómo le echan un toro al corral -Estampadito-, de Gabriel Rojas, y el 17 de abril de 1999 corta sus últimos trofeos en la Maestranza. Es a Parlanchín, toro de Juan Pedro que se va sin las dos orejas al desolladero. Esa fue la última tarde que Sevilla tocó el cielo con sus manos al conjuro de su torero del alma.

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