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Sevilla

Entre el serranito y la modernidad

  • Expone en Madrid y prepara presencias de su obra en México, Delhi y Pontevedra. Hizo la mili voluntario para no ir a África y tiene su estudio en Tetuán.

CITA a su amigo Atín Aya, "decía que cambiar de bar era como viajar", y con esa premisa, Manuel Salinas Benjumea (Sevilla, 1940), hace un viaje desde el bar Las Columnas, paraíso del serranito, hasta la falda de la Giralda, Robles Laredo, donde la carta tiene una especialidad que podría pasar por una abstracción: Pasta al dente con lonchas de calabacín salteado con langostinos a la soja roja.

No es mala propuesta para quien nació el año del hambre, el mayor de los doce hijos de Manuel Salinas y María Asunción Milá, barcelonesa que presidió la Asociación contra la Pena de Muerte. Algunos críticos han visto en la pintura de Salinas arquitecturas, "ven estructuras". Perspectiva ideal para ver la ciudad. "Las ciudades tienen que evolucionar. La arquitectura moderna es muy interesante si es buena; si es mala es muy peligrosa".

Caminamos por Trajano, "yo no paseo, voy corriendo de un sitio a otro", y con el referente del trabajo que hicieron en Cadaqués los arquitectos José Antonio Coderch, Federico Correa y su tío Alfonso Milá -coautor del anillo olímpico de Barcelona 92-, "aplicaron la arquitectura moderna en un pueblo griego", se moja en el paraguas más fotografiado de la ciudad. "Lo de las setas no es moderno, es una barbaridad. Como gasolinera para Las Vegas está bien, pasas rápido y no te fijas. La estación de Santa Justa es ejemplo de arquitectura magnífica de arquitectos locales".

Admite los beneficios de la peatonalización. Es más de moto que de bici y la Campana le remite a un sentimiento. "Cuando me encargaron la Verónica, me hice hermano del Valle. También lo soy de la Caridad. De joven salí en la Quinta Angustia, pero lo dejé porque me perdía el tema y a mí me gusta. Como decía mi padre, lo que no se cobra en esta ciudad sale perfecto". La Feria es otro cantar. "La del Prado era mucho más agradable. No soporto las sevillanas con altavoces".

Hizo la mili voluntario "para no ir a África" y comparte en Tetuán estudio con Pepe Soto, justo encima de Bolsos Casal, y Barragán. Techos amplios y un ejército de salinas, unos terminados, otros a medio hacer. Todos sin título, "yo no soy poeta". Dice que ahora trabaja mucho más que en su juventud. Hasta su mili tiene esos cimientos que ven los críticos en su pintura. "La hice en unas dependencias que ahora son la Escuela de Arquitectura".

Fue de los pioneros de la galería M-11 con Quico Rivas, Alberto Corazón, Juan Manuel Bonet. Su primera exposición data de 1962, en pleno servicio militar. Una Feria trajeron a Sevilla a Dalí, el inquilino de aquellos entornos de Cadaqués. Sus compromisos artísticos son dignos de una agencia de viajes. El día 16 concluye su exposición en el Taller del Prado, en la Gran Vía de Madrid. En esa misma ciudad fue testigo de la distinción que el duque de Segorbe recibió "por salvar piedra a piedra los patios del barrio de la Judería".

Una galería inglesa mandará obra suya a la India y él mismo representará a sus cuadros en México y en Pontevedra, acogido por la fundación del arquitecto César Rosón. No se cansa de mirar la Giralda, que nunca pintó. "Me gusta la pintura figurativa, pero tiene unos apoyos de los que carece el abstracto. El paisaje, el retrato ya existen, por mucha interpretación que hagas no deja de ser una copia".

Desde la carta de tapas de Robles Laredo y la rubia cerveza no le ve rival a la giganta morena. "Cada ciudad tiene una torre Pelli. Como a mí sólo me interesa la Sevilla amurallada, ese rascacielos no me molesta". De la Alameda a la Campana, cual aguador de la Lanzada, Salinas es muy Milá, muy devoto de su madre, que llegó a Sevilla en 1938, en plena Guerra Civil, y se casó en 1939 a la edad de Inés, la hija pequeña del pintor, la hermana de Miryam.

"A mi abuelo le conmutaron la pena de muerte, pero mi madre no se embarcó en esa lucha por cuestiones personales. Le horrorizaron las últimas ejecuciones del franquismo. Ha escrito muchas cartas para que la quitaran del Código Militar e incluso se ha dirigido al nuevo Papa. Le dieron las gracias y le mandaron unas estampitas. Pero en un debate intelectual, sobran las beaterías".

El joven soldado de Reina Mercedes, africano inédito que es pintor en Tetuán, ultima las obras que irán a la Fundación Madariaga en la colectiva Viejos Abstractos y a la Caja China. Concreta Salinas la cerveza y desanda el camino hasta su estudio doméstico de Jesús del Gran Poder, vecino de Casa Joaquín.

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