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Tesoros egipcios a los pies del río

  • El Pabellón de la Navegación acoge hasta mayo una réplica del Templo de Ramsés II en Abu Simbel

Del Nilo al Guadalquivir. La majestuosidad de Ramsés II, el faraón que quería ser inmortal, alcanza la ciudad de Sevilla de la mano del escultor egipcio Hany Mostafa, autor de la exposición Templo Abu Simbel. El tesoro de los faraones, una reproducción a escala reducida del famoso templo mandado construir por Ramsés II en el año 1284 a.C., dedicado al culto del propio Ramsés y de las grandes deidades del Antiguo Egipto: Amón, Ra y Ptah.

Esta muestra, instalada en el Pabellón de la Navegación, ha sido posible gracias a "los cinco años de duro trabajo" llevados a cabo por Hany Mostafa. Previamente a la construcción, el artista reconoce haber realizado un importante trabajo de investigación, visitando en numerosas ocasiones el Gran Templo de Abu Simbel y estudiando "una veintena de libros". "El gran amor que siento por la cultura de mi país me ha llevado a construir este templo. Quiero que todo el mundo tenga la oportunidad de conocer el templo aunque no pueda viajar al lugar original", señala en inglés Hany Mostafa, que actualmente se encuentra en Sevilla junto a su socio Amr Gaber.

La recreación, al igual que el templo excavado en la piedra a 300 kilómetros de la ciudad de Asuán, consta de tres partes: una fachada con cuatro estatuas que representan a Ramsés II, dos cámaras que recrean las del templo original y el Santuario. El realismo del lugar se consigue por la recreación detallada de sus pinturas y la dimensión de su arquitectura.

La fachada principal mide unos seis por veinte metros frente a los 33 metros de altura por 38 metros de ancho del original. No obstante, la réplica de Hany Mostafa incluye todos los detalles del templo real, incluido el friso de babuinos.

Las representaciones en bajorrelieves de Osiris, el dios del inframundo, o de batallas como la de Qadesh se suceden en el interior del templo. Pero la gran diferencia entre el original y esta réplica no es sólo el tamaño, es el Santuario. Cerrado al público desde hace dos años, la representación del escultor egipcio permite al visitante entrar y observar con detenimiento esta joya, algo imposible de hacer en Abu Simbel.

"La reconstrucción es bastante buena", señala Blanca Jiménez, una de las visitantes, que acude al Pabellón de la Navegación junto a su hijo Juan. "A mí lo que más me ha gustado han sido las estatuas del interior", explica el pequeño haciendo alusión a la serie de pilares de Osiris con rostro de Ramsés II.

"Aunque me imagino que el templo original es mucho más impresionante, me ha hecho mucha ilusión venir", anota María José González, estudiante de Historia de la Universidad de Sevilla. "Me encanta la cultura egipcia, sus monumentos y vestigios, pero, por cuestiones económicas, aún no he podido ir. Esta exposición es una gran oportunidad para disfrutar de este tesoro".

Algo diferente es la opinión que manifiesta Soledad Leiva tras la visita: "Me esperaba algo más. Quizás unas diapositivas o algo que mostrara la grandeza del templo original y su historia". Carlos Gutiérrez, otro de los visitantes secunda a Leiva y añade: "La entrada me parece un poco cara. No dudo del trabajo del artista, es una gran réplica, pero yo pensaba que la exposición incluía más cosas además del templo".

La exposición, que permanecerá en Sevilla hasta el 4 de mayo, estuvo este pasado verano en Jerez de la Frontera, donde la afluencia de visitantes obligó a ampliar los horarios. Previamente, esta muestra itinerante pasó por Portugal -donde se contabilizaron más de 25.000 visitas-, concretamente por las ciudades de Óvidos, Oporto y Peniche. "Después de Sevilla, viajaremos al Reino Unido, y estamos negociando la posibilidad de llevar la exposición también a Francia y Alemania", señala su creador, Hany Mostafa, natural de El Cairo, donde tiene su propio taller.

Junto a la entrada de la exposición, el visitante también puede adquirir productos típicos de los bazares egipcios, como pirámides en miniaturas, pequeños pergaminos y estatuas de los diferentes dioses y faraones, incluido el propio Ramsés II. Numerosos han sido los intentos de este rey para perpetrar su historia a través de vestigios que aún hoy perduran de su activo reinado. Aunque considerado un dios, como al resto de faraones, Ramsés II murió, aunque su inmortalidad es un hecho.

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