teatro municipal de écija

-Jugador de baloncesto, ingeniero, humorista, presentador... ¿Qué quería ser de mayor?

-Mi madre cuenta que payaso o presidente del gobierno. He optado por lo más respetable: payaso.

-En el espectáculo El Rey solo. Mi reino por un puchero se mete en la piel de un nuevo monarca. ¿Qué problemas tiene un rey?

-Reales y de la realidad. En la obra jugamos con eso. Es un rey que se va a vivir solo y se encuentra con problemas de estado muy elevados y otros muy mundanos como que no funciona el bidé. Al final, te das cuenta de que las casas reales son de verdad. Tienen los problemas de todas las familias. Con las hijas, con los yernos... [risas].

-La obra se estrenó en octubre y en junio abdicó el Rey Juan Carlos. Tuvo que cambiar el guión...

-Sí. La obra habla de un joven en el que acaban de abdicar. Soy Manu I de mi casa y de mi reino y aunque es un reinado ficticio sí que, por ejemplo, en el guión original tenía relaciones con la Casa Real Española y al Rey Juan Carlos como modelo a seguir. Ahora, Manu I se siente identificado con Felipe VI. Aunque es un guión y un texto cerrado, siempre dejamos pequeños cajones para la actualidad y esto era tan grande que ha transformado bastante la obra.

-Puede que Felipe VI haya visto la obra. ¿Habrá tomado nota?

-No creo que la haya visto, pero seguro que ha oído hablar de ella [risas]. Si la viera, seguro que le divertiría. Está hecha con mucha mano izquierda, jugando con los dobles sentidos y un toque de acidez. Pero, al final, la misión del cómico -al menos, del cómico que yo quiero ser- es la de ser incómodo con el poder.

-El espectáculo está abierto a cambios para hablar de actualidad. Tema Pujol, por ejemplo...

-Es una historia cerrada, que empieza y termina. Pero es cierto que busca ese toque de frescura con giros de actualidad. El tema Pujol... Bueno, es que Manu I tiene relaciones con los Reinos del Norte...

-Monólogos, televisión y ahora teatro. ¿En qué papel se siente más cómodo?

-Una de mis pasiones es el periodismo y quiero pensar que esta obra es otra forma de hacer periodismo. La realeza forma parte de nuestro día a día y es nuestra obligación ser críticos con el jefe de estado. De hecho, los monárquicos deberían ser los más críticos. Además, creo que la gente ha aprendido a reírse de la monarquía.

-¿Cómo ha sido la experiencia de subirse solo al escenario sin taburete ni micrófono?

-Muy buena, aunque su majestad el monólogo siempre está ahí. Ahora es distinto, una obra de teatro con un solo personaje pero toda una escenografía, un trabajo de dramaturgia y un vestuario que además nos permite ocupar grandes espacios escénicos como Fibes, donde llenamos. Es un cuerpo a cuerpo, todo un reto. En la tele no ves la respuesta inmediata del público, en el teatro sí.

-Este sábado estará en Écija con una doble función. El espectáculo está gustando...

-Creo que es un espectáculo muy honesto con el público y la sensación es que se va a gusto tanto el que va a ver teatro como el que va a ver un monólogo o, simplemente, a Manu. Después de las primeras representaciones pensamos: ¿por qué estábamos tan nerviosos? Es una gran responsabilidad.

-Después de la gira andaluza, toca Madrid. ¿Nervioso?

-Es cierto que el público de Manu es en un 90% andaluz pero después de la buena acogida de Zapeando [programa de La Sexta en el que colabora en la actualidad], decidimos avanzar.

-¿Y eso del humor andaluz?

-Hay dos tipos de humor: el bueno y el malo. Yo no hago humor andaluz, sólo tengo acento andaluz. Si me dieran un papel de soldado alemán en una película, pondría acento alemán.

-Un tema sobre el que no duda en pronunciarse.

-No. Hubo un precio que yo no estuve dispuesto a pagar, el de hablar sin acento. Entiendo a quien intentó corregirlo en su momento pero el tiempo me dio la razón. Ahora nadie quiere cambiar eso de Manu.

-¿Es el humor la mejor receta para la crítica en el mundo de hoy?

-Ya lo dijo la gran filósofa del siglo XX Mary Poppins: Con un poco de azúcar esa píldora que os dan...