Vivir en Sevilla

Un animado corral en Nervión

  • La Gallina en el Diván nace como una propuesta cultural alejada del casco histórico

La mayoría de los enchufes que hay en La Gallina en el Diván están a más de dos metros de altura. La razón es sencilla: este café cultural, que abrió en Nervión a principios de septiembre, quiere programar sesiones de microteatro y es recomendable que la instalación eléctrica esté elevada. Sin embargo, la ausencia de tomas de corriente a ras de suelo parece la excusa perfecta para que los clientes se queden sin batería en los móviles y, así, poder disfrutar de todo lo que ofrece este nuevo espacio.

En los bloques bajos del viejo Nervión, el local situado en la esquina de la calle Alejandro Collantes con Padre Pedro Ayala es la sede de esta idea de Celia Castro y Manolo Burraco. Estos dos jóvenes sevillanos, vecinos del barrio, han reconducido su trayectoria laboral para crear un establecimiento que es a la vez tienda de artesanía, librería, sala de exposiciones, cafetería e incluso un lugar para tomar el aperitivo. "Queremos ser referencia en la zona. Hay que descentralizar la cultura, que no todo esté alrededor de la Alameda", afirma Castro, psicóloga de formación y de carrera hasta hace unos meses. Burraco, por su parte, es arquitecto, aunque también ha tenido incursiones en el diseño gráfico, y se ha encargado de idear parte del mobiliario de La Gallina en el Diván, como el banco-estantería que hace las veces de escenario. "Lo han fabricado en la empresa Apaletarte, que en su taller de la Plaza el Pelícano hace muebles con palets", cuenta el joven.

Esta pareja de emprendedores entró a principios de julio en el pequeño local, que antes era un bar de copas poco frecuentado por los vecinos. Repintaron las paredes rojas y abrieron unas puertas que habitualmente estaban cerradas. "Durante el verano, la gente estaba expectante, pero con el comienzo del curso es cuando han empezado a entrar", señala Castro, que hace referencia a los numerosos colegios que hay por la zona. "Los niños son los que tienen menos vergüenza y cuando ven el rincón infantil entran y, muchas veces, tiran de los padres", cuenta la psicóloga, en tono de broma. Una vez dentro, los clientes pueden tomar café o té, pero también pueden disfrutar de una copa de vino y alguna de las tapas que ofrecen.

Pero La Gallina en el Diván no es un sólo un bar. La intención de estos dos emprendedores es que las paredes blancas de su pequeño local alberguen exposiciones, como la inaugural, del fotógrafo Javier Benítez Pardo. "También queremos tener otras disciplinas menos comunes, como escultura, instrumentos musicales e incluso packaging", asegura Burraco. El espacio nervionenense también es una librería, en la medida que comercializa los fondos de un establecimiento de Carmona especializado en ilustración. "Era de una amiga y tenía unos ejemplares muy bien elegidos", destaca Castro, una amante de los cuentos infantiles, como Por qué y para qué llueve, de Miguel Cerro, que se presentará en el local de estos jóvenes el 25 de octubre a las 12:00.

La literatura tiene mucha importancia en la propuesta cultural de este nuevo establecimiento. La programación semanal empieza los lunes, a las 20:30, con los encuentros A cuatro voces, que reúne a cuatro escritores locales para que presenten su obra. Desde el 5 de noviembre, los martes será el día del taller de escritura creativa para jóvenes impartido por Salvador Gutiérrez Solís, que tendrá su réplica para adultos todos los jueves a partir del 7 de noviembre. Los miércoles es el turno de los English café, una sesión de aprendizaje de inglés que comienza a las 18:30 con profesores nativos.

En el apartado de eventos sin periodicidad, destaca el concurso Vinilos vermuzarros. "Es una noche donde tomamos vermú y los participantes tienen que traer los discos de vinilo que consideren más extraños. Hay dos premios, uno para la portada más rara y otro para la música más inusual", explica Manolo Burraco, que asegura que es una de las actividades más divertidas de las que realizan.

A pesar de que la andadura de este proyecto es corta, de momento, los dos jóvenes impulsores están satisfechos con el cambio de vida que ha significado la creación de este espacio multidisciplinar. Interrogada por el nombre, Celia Castro hace referencia a su anterior profesión y al mueble que más la caracteriza. "Quería hacerle un guiño a la psicología, pero quedaba muy serio y le añadí la gallina, que me parece un animal muy simpático", narra esta joven que ha elegido la mejor terapia posible: un cambio de aires, que, además, ayuda a animar un barrio donde las iniciativas culturales brillan por su ausencia.

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