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A toda nueva generación se le presupone un espíritu innovador, valentía para cambiar las reglas y preparación para emprender nuevos retos. Un poco de todo hay en Gïk, una empresa fundada por cinco jóvenes de entre 22 y 28 años naturales de diferentes ciudades españolas y que han sacado al mercado el primer vino -así lo publicitan- azul. Aunque el proyecto empezó a gestarse hace dos años, ha sido recientemente cuando ha empezado a llegar a bares y restaurantes de diferentes ciudades, entre las que se encuentra Sevilla, hasta donde se desplazaron sus creadores hace unos días para explicar por qué el vino sí que puede ser de otro color.

Taig Mac Carthy, Imanol López, Jen Besga, Gorka Maiztegi y Aritz López están detrás de Gïk, un nombre que, explican, "no significa nada". Porque romper las reglas es lo que se propusieron estos jóvenes cuando empezaron a darle vueltas a la idea de hacer algo diferente. "Quería hacer algo revolucionario", explica Taig, con sangre irlandesa e impulsor del proyecto al que se sumó más tarde el resto del equipo. "Pensamos que el vino ha tenido el mismo color desde el Neolítico y que pocos sectores son tan tradicionales como éste", cuenta el joven empresario que, como el resto, reconoce, no tener "ninguna experiencia previa ni relación alguna con este mundo". Sobre el porqué del color azul, lo tienen claro, "porque representa el movimiento, la innovación y el infinito" .

Fieles a ese espíritu rompedor, lo primero que hizo el equipo fue crear una web anunciando un vino que, cuentan, "aún no teníamos" y que les sirvió para comprobar que "no éramos los únicos locos a los que les interesaba la idea". A partir de entonces pusieron en marcha la labor de hacerlo realidad. El color azul se obtuvo a través de procesos tecnológicos de pigmentación de la uva desarrollada junto con la Facultad de Ingeniería de la UPV-EHU y empresas del sector de la tecnología agroalimentaria. El vino -la categoría legal española más próxima a Gïk es la de bebida aromatizada en base a vino, según explican en su web- procede de uvas de distintas bodegas españolas y no contiene azúcares añadidos. Todo el proceso, explican los jóvenes, se nutre "de ingredientes naturales sintetizados". El resultado, una bebida revolucionaria que ya se sirve en bares del País Vasco y ciudades como Madrid, Barcelona y Andalucía.