"A nuestros niños les dejan participar en las actividades físicas del colegio y en pruebas deportivas, pero ellos nunca consiguen un trofeo, nunca compiten. Nuestro objetivo es que sientan la adrenalina que da el ver que puedes ganar, que, a pesar de sus discapacidades, existe un hueco para ellos, una categoría en la que reñirse el primer puesto". Victoria Abolafio es una de las impulsoras de la iniciativa ciudadana Carros de Fuego, consistente en hacer posible que niños con diversidad funcional -también adultos, pero el proyecto ha tenido inmediata respuesta con los más pequeños- puedan competir con una categoría propia en las distintas carreras del calendario deportivo de la ciudad. Para ello, han conseguido crear una red de voluntarios, que esperan siga creciendo, que empujan los carros de los participantes durante el recorrido, o bien son los propios padres quienes lo hacen y comparten ese momento con sus hijos.

La idea nació de Victoria Abolafio, fisioterapeuta experta en parálisis cerebral y otras discapacidades, y de Luis Gómez y María Pajaro, padres de una niña de 10 años con síndrome de Rett. Luis Gómez es maratoniano y ha participado en múltiples carreras empujando el carro de su hija. Conscientes del enorme vacío existente en la regulación de una categoría propia para esta modalidad deportiva, decidieron emprender un movimiento abierto a todo aquel que desee sumarse en el que hacer visible esta realidad con el propósito de conseguir esta regulación.

Fue el pasado domingo 14 de febrero, en la Marcha por la Salud, cuando se celebró la primera experiencia piloto de Carros de Fuego. Después de buscar voluntarios y promoverse la iniciativa a través de redes sociales, seis niños y un adulto en sillas de ruedas -sólo una de ellas adaptada- participaron con la colaboración de 18 voluntarios que empujaron, bien todo el trayecto o en relevos, a los inscritos. "Los padres de los niños también participan e incluso, si lo prefieren, pueden ir acompañando a su hijo durante el recorrido en bicicleta".

Los beneficios obtenidos para quienes practican este deporte adaptado son múltiples, destacando la mejora del niño en sus relaciones sociales y con el entorno, el refuerzo del vínculo padre-hijo, así como el incremento de la autoestima al sentir que pueden competir, superarse. "Para los voluntarios, también es una experiencia enriquecedora y un reto conseguir que esta situación se haga visible", apunta Abolafio.

Existen algunos casos que preceden a Carros de Fuego cuyo objetivo es similar, como la historia de un padre y su hijo que quedó recogida en la película Linea de Meta o el movimiento argentino La Tribu.

Las carreras no son las únicas pruebas que intentan promover desde Carros de Fuego. Ya en noviembre, celebraron una carrera de orientación por el Parque del Alamillo, donde se sumaron también niños con muletas o en bicicleta con dificultades motrices. Hoy, volverán a organizar otra carrera de orientación en el Parque de María Luisa, para la que se han inscrito 16 menores que participan con sus familiares.

La próxima carrera a la que acudirán será la II Carrera Popular Don Bosco, el 6 de marzo, con un recorrido de 8,2 kilómetros. "Fue la Fundación Don Bosco quien contactó con nosotros y ha creado una categoría propia, por lo que estamos muy agradecidos", detalla la fisioterapeuta, que resalta otros proyectos futuros a cumplir como la creación de un equipo de fútbol con niños con diversas discapacidades (asesorados por el equipo médico del Virgen del Rocío y Macarena), así como iniciar a estos menores en la práctica de paddle surf en Matalascañas este verano. "Pero, por el momento, la prioridad es que nuestros niños puedan competir con una categoría y un dorsal propio. En ello también entrarán las negociaciones con el IMD y sus carreras populares", concluye Abolafio.