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El arte de saber tirar una buena rubia

  • La Velá de Triana celebró ayer la 32ª edición del Concurso de Tiradores de Cerveza

"Para tirar la caña perfecta hay que tener en cuenta muchos aspectos aunque parezca fácil, ¿verdad?". Con esta pregunta Lope Rodríguez García abrió ayer muchos interrogantes que se fueron contestando a lo largo de la jornada. Pero, si algo quedó claro en el 32º edición del Concurso de Tiradores de la Velá de Santiago y Santa Ana, es que conseguir una cerveza impecable, tal y como mandan los cánones, es muy difícil.

"Una labor de maestría", apunta Rodríguez García, galardonado este año con el premio al Mejor Tabernero de Triana. Y es que en el arrabal, cuando el calor incendia las calles, éste se sofoca con cerveza bien tirada, pero no una cualquiera. Debe estar coronada con un centímetro y medio de espuma sin rebosar, echada con el vaso inclinado a unos 45 grados y con un movimiento de muñeca sólo apto para aquellos que lleven media vida entre barras y barriles de esta aclamada rubia.

El bullicio fue en aumento cuando hacia la 13:30 se abrió el plazo de inscripciones para los participantes. Algunos, como Jesús, un camarero de La Fundición, lleva presentándose cuatro años consecutivos. "En el momento clave siempre me traicionan los nervios", comenta. No es para menos. El jurado constituido por cuatro miembros de la Fundación Cruzcampo y de la escuela de hostelería de la misma, tiene en cuenta muchos detalles a la hora de emitir su veredicto. Entre ellos, destaca que el aspirante no cierre el tirador al echar las dos cervezas de concurso, es decir, que deje correr el líquido para que éste no pierda fuerza en la tirada. A Jesús le toca en el siguiente turno y, antes de ponerse la camiseta, dice orgulloso: "Gane o no, cuando estoy en Triana tengo un sabor de boca especial. El mismo que me acompaña desde que comencé a los 17 años a trabajar en esta orilla del río".

Entre las voces eufóricas de los asistentes, que clamaban por probar el zumo de cebada, destacaba una en especial. El periodista Pepe da Rosa fue el presentador del evento y advirtió desde primera hora que el tirador se quedaba abierto. Una dificultad añadida que para los maestros del arte de tirar la rubia no fue más que algo anecdótico, para algo son expertos cerveceros.

Cuando el conductor del concurso llamó a participar a David Iglesia, del bar El Cateto de Alcosa, algunos trianeros de pura cepa gastaron bromas respecto al barrio de procedencia del concursante, quedando claro que al trianero le duele su arrabal y lo siente demasiado suyo. Más tarde, el popular periodista volvió a pronunciar su nombre, esta vez, para proclamarlo ganador del certamen. Ahora, las bromas dieron paso a un gran aplauso, que dejó claro que los trianeros son hospitalarios. Momentos después se desató la euforia.

Este título para Iglesia es "un reconocimiento muy bonito". El ganador, no sólo consigue el trofeo, que representa el templete de la Cruz del Campo, también logra algo que es imposible de comprar, el respeto del barrio de Triana. El segundo premio fue para Antonio Jaén, del bar Triana, cuyo rostro mostraba la incredulidad de haberse alzado con ese preciado reconocimiento. Por último, el tercer puesto lo ocupó, el hostelero Víctor Vargas.

En el concurso destacó la presencia de tres mujeres que, aunque no lograron alzarse con la condecoración, dieron un toque de elegancia al concurso. Inma Ruiz, de la Rosa de San Gil, admitió que "algunos hombres le quieren dar muchos volantes y eso tampoco es bueno".

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