Episodios sevillanos del siglo XX

Un naufragio en el Guadalquivir (1896)

  • PRÓXIMA ENTREGA 3, 10, 17, 24 y 31 de octubre; 7, 14, 21 y 28 de noviembre; 5, 12,19 y 26 de diciembre de 2010; 2, 9, 16 y 30 de enero de 2011; 6, 13, 20 y 27 de febrero; 6, 13, 20 y 27 de marzo; 3, 10, 17 y 24 de abril.José Manuel Delgado escribió la 'Historia de la marcha Virgen del Valle' estrenada por el maestro Vicente Gómez Zarzuela en 1898 en memoria de su amigo Alberto Barrau y Grande

EL origen de la marcha procesional Virgen del Valle, lo conocimos por José Manuel Delgado (Fundación el Monte, 1998), quien escribió la Historia de la marcha Virgen del Valle, estrenada por el maestro Vicente Gómez Zarzuela en 1898 en memoria de su amigo Alberto Barrau y Grande, una de las veinte personas fallecidas en el naufragio del buque Aznalfarache, la madrugada del 8 de noviembre de 1896, al chocar con el vapor Torre del Oro. Del citado libro básico para la historia de la música procesional sevillana seleccionamos los siguientes textos:

"La Marcha Virgen del Valle se estrena en 1898 pero no podemos concebir su historia sin remontarnos a los hechos luctuosos ocu­rridos dos años antes. El día 8 de noviembre de 1896 "varios señores aficionados a la caza flotaron (sic) el vapor Aznalfarache de la Compañía de los señores Camacho, con objeto de que les condujera al coto Oñana, (sic) donde pensaban pasar el día"... A las doce de la noche "zarpó del muelle del Barranco y alejóse, oyendo los amigos que regresaban a Sevilla cómo los del vapor cantaban llenos de alegría acompañándose de un acordeón".

A las cinco y nueve minutos de la madrugada, el pequeño vapor Aznalfarache se hunde, tras colisionar con el buque Torre del Oro en el río Guadalquivir, en el lugar denominado Caño de la Mata. De resultas del choque mueren ahogados veinte hombres entre pasajeros y tripulantes, todos del Aznalfarache, pues el Torre del Oro, buque de gran porte que hacía la carrera Sevilla-Marsella, no sufre desperfecto alguno.

[…] En la Sevilla adormilada, la noticia del naufragio del vapor Aznalfarache supone una sacudida tal, que consigue que los cuatro periódicos que se publican en la ciudad, El Porvenir, El Progreso, El Baluarte y El Noticiero Sevillano, dejen a un lado o, cuando menos, pasen a un segundo plano nada menos que las noticias sobre el desarrollo de las guerras de Cuba y Filipinas que se están librando... que se están perdiendo, en esas fechas. No en balde son veinte los ahogados y un buen número de ellos pertenecen a la alta burguesía y al comercio de más prestigio.

"Los 20 muertos son el interventor de la sucursal del Banco de España don Javier Ruiz de Lecanda; don Francisco Pro, dueño del establecimiento de perfumería y juguetes establecido en la esquina de la calle de Gallegos a la de Sierpes; don Antonio Enrile, capitán de ingenieros retirado; el señor Alvear, cajero del Banco; don Enrique Peña, dueño de la platería de la calle de Génova; don Jacinto Mora, representante de la casa Hijos de Leoncio Meneses; don Alberto Barrau, hijo del ingeniero don Leoncio Barrau; don José Camacho, comisionista; don Ricardo Villegas, distinguido pintor, autor de La muerte de Viriato, hermano del célebre don José; don Baldomero Vidal, dueño de la camisería de la calle Gallegos; don Baldomero Sánchez de Toro, comerciante; don Juan Gonzalo, dueño de la fábrica de sombreros de la calle Rioja; don Enrique Castellanos, hijo del dueño de la lozería de la calle Dados, y además, un amigo del señor Lecanda, dos dependientes del señor Pro y un comisionista de la casa Fe.

Además de los anteriores, se cuentan entre los muertos el maquinista del Aznalfarache conocido por Pepe el maquinista, y los marineros José Núñez y Suero (mayordomo)". El amigo del señor Lecanda resulta ser don Fernando Aguilera, profesor de la clase de modelado y vaciado de la Sociedad Económica. El que en un principio es llamado solamente por el apellido, resulta llamarse Joaquín Suero que ha embarcado para servir de cocinero a los expedicionarios, y los dependientes del señor Pro resultan ser Manuel Vázquez Marín y Sebastián García Alfonso, de trece y quince años respectivamente.

Sólo se salvan del naufragio, el patrón del Aznalfarache, Antonio Martínez y uno de los excursionistas, don Juan Antonio Fe, dueño de una afamada librería de la época sita en la calle de las Sierpes número 9, de la numeración de entonces, pues por posteriores ajustes, hoy día la calle Sierpes solo llega al número 90.

Uno de los dos supervivientes, don Juan Antonio Fe, cuenta al día siguiente del naufragio: "A las doce de anoche salieron diez y siete amigos en el Aznalfarache. A poco de zarpar del puerto, y huyendo del frío que sentían sobre cubierta, bajaron a las cámaras del vaporcito y cenaron alegremente y sin exceso de ninguna clase. Distrajeron se luego largo rato escuchando bromas y chistes, algunos trozos musicales que cantó nuestro desgraciado compañero don Alberto Barrau y los cuentos que refería el comisionista gaditano señor Camacho, que había venido a Sevilla exclusivamente para asistir a la cacería.

Después decidieron los expedicionarios acostarse en las cámaras, cosa que en ninguna excursión habían hecho, porque siempre se pasaron la madrugada yendo y viniendo de los camarotes a la cubierta. Al interventor del Banco, señor Lecanda, por su delicado estado de salud, lo instalaron en la cámara del patrón y los demás se repartieron en las cámaras de proa y popa.

En la de popa iba el señor Fe y con él los señores Pro, Alvear, Peña, Mora, Villegas y otros. Todos habían dormido. El señor Fe se hallaba acostado en el extremo de la cámara. Las puertas de ésta, que comunican con la cubierta, estaban cerradas y cerradas también todas las ventanas. Una que quedó abierta la cerró el señor Fe, al notar que entraba por ella aire frío.

No se oía más que el movimiento producido por la marcha del barco. Despertó el señor Pro y comenzó, de broma, a tirar al señor Fe de la manta con que se cubría. En este momento sintió el señor Fe un golpe violentísimo por la espalda. Simultáneamente sonó un ruido atronador de maderas que chocan, de tablas que se parten y de cristales que se rompen. Fe no veía ya las estrellas a través de las vidrieras. En la cámara se produjo una confusión horrible entre los viajeros. Fe, sentado y estupefacto, percibió la sensación fría del contacto del agua en la espalda. Levantase. El río entró a borbotones ruidosos por las ventanas, por los cristales, por la cubierta, por el fondo. El buque se hundió en medio de una revolución espantosa".

Como queda dicho, una de las víctimas es Alberto Barrau y Grande, de 22 años. Doctor en Derecho, ejercía como redactor del periódico El Porvenir y era Fiscal de la Junta Directiva de la Hermandad del Valle y socio del Ateneo. Vivía con su familia en la calle Lombardos (hoy Muñoz Olivé) número 9, es decir que vivía en la manzana del edificio del Teatro San Fernando ya que su padre don Leoncio, que era ingeniero, además de director de la Compañía de Ferrocarril Sevilla, Alcalá, Carmena, es el dueño de dos teatros, del San Fernando y también del Cervantes. Alberto Barrau es en el momento de su muerte Fiscal de la Hermandad, pero además interviene regularmente en el acompañamiento musical de los cultos de la misma, bajo la dirección de don Vicente Gómez Zarzuela de quien estrenó algunas obras como barítono solista, pues es cantante aficionado, por lo que llegan a profesarse mutuamente fraternal amistad".

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