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Bienal de Flamenco

Juntos, pero no revueltos

XVIII Bienal de Flamenco. Cante: José de la Tomasa. Guitarra flamenca: Manolo Franco. Saxo, clarinete, flauta de pico y dirección: Andreas Prittwitz. Solistas de la Orquesta Barroca de Sevilla: L. Rossi y V. Sánchez (violines), G. Castelló (viola), M. Ruiz (violonchelo). Tiorba y guitarra barroca: Juan Carlos Rivera. Lugar: Capilla del palacio de San Telmo. Fecha: Domingo, 14 de septiembre. Aforo: Lleno.

Decía el de la Tomasa antes de este estreno de Flamenco sacro que el flamenco y la música barroca "se conocerían y se enamorarían". Y así fue. Y se gustaron, y se vieron guapos, pero, eso sí, apenas si se dieron un besito.

En verdad sorprendía, a priori, ver al cantaor de la calle Feria -baluarte de la tradición flamenca- embarcado en una aventura de fusión; y por ello sorprendió menos que el espectáculo consistiera de hecho en una alternancia de flamenco puro -nada sacro, por cierto- por una parte y música barroca por la otra, con el sutil vínculo entre ambas de la omnipresencia de los compases ternarios y las ruedas repetidas de acordes, comunes a la chacona, las folías o la seguiriya. Sí hubo convivencia de guitarras, y muy natural, en la zarabanda de Gaspar Sanz, barroca pero en compás de soleá, y en las coplas finales, donde por fin se unieron todos.

Antes habían triunfado por separado Prittwitz y, sobre todo, el cantaor, acompañados de modo eficientísimo, desde un segundo plano, respectivamente por los solistas de la Orquesta Barroca de Sevilla y por Manolo Franco. El improvisador alemán pisó en realidad terrenos muy tonales en sus bellos y a veces brillantes solos, y si parece heterodoxo es más por la falta de hábito del público hacia la creatividad en los músicos clásicos que por su forma de interpretar, en el fondo de una gestualidad musical de lo más barroca. José de la Tomasa se elevó sobre todos con lo suyo: la limpieza de la voz, la facilidad para pasar de un torrente casi atronador a sutiles medias voces, y sobre todo una maravillosa combinación de expresividad y claridad muy rara de escuchar en cualquier músico. El público -que así habremos de llamar a los escogidos vips culturales invitados al concierto- reunido en la bellísima capilla del palacio de San Telmo correspondió con entusiasmo.

Imágenes cedidas por el ICAS. Ayuntamiento de Sevilla.

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