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Bienal de Flamenco

Viva Lebrija y viva Japón

Imágenes cedidas por el ICAS. Ayuntamiento de Sevilla.

En estado puro. Cante: Inés Bacán y Miguel Funi. Guitarra: Antonio Moya y Antonio Malena. Palmas: Vicente Peña, José Peña, Rocío La Turronera y Luis de Chimenea. Idea y dirección: Tere Peña. Lugar: Espacio Santa Clara. Fecha: Lunes 15 de septiembre. Aforo: Lleno.

Ella es seca, sensata, reposada. Como una madre de las de antes, que no cede a caprichos. De las que si haces algo bien cierran tu chantaje con "es tu obligación" y de las que te inmovilizan con una mirada si te sales del tiesto. Le costará decir te quiero y será de la escuela de menos palabritas y... Sus lecciones las dará desde el silencio y nunca buscará el reconocimiento. Su papel es tan natural y discreto que no se valora lo suficiente hasta que no falta.

Él es ingenioso, pasional, carismático. Como ese tío que nunca ves flaquear. De los que saben llegar tarde a la fiesta y que nadie les reproche. El que se pasea por la vida sobrado de confianza. Al que invitan a todos lados y por el que preguntan tus amigas. El que es capaz de recoger el legado de su estirpe levantando al bailar su chaqueta. El que parte el bacalao o el jamón. El que alarga las despedidas con besos y abrazos para que quede patente su ausencia.

Inés Bacán y Miguel Funi. En estado puro. Así se presentaron en Santa Clara estos maestros de la pureza cuya grandeza reside en la autenticidad de lo que inspiran. Dos fuerzas primitivas que no necesitaron brillar para remover los cimientos de las vías del flamenco que unen Lebrija con Utrera. La caracolá con el potaje.

Dio ganas de acurrucarse con la nana rota y gris con la que Inés Bacán empezó. De echarse betadine en la herida después de sus seguiriyas telúricas y de pedir socorro tras la trilla con la que concluyó un recital de soleares, cantiñas y romances. Sin moverse del asiento.

Entonces salió El Funi al rescate y su zambra por bulerías sacó al respetable del refugio donde se cobijaba. Ahora tocaba brindar por la buena vida. Entender que hay otra forma de emocionar por seguiriyas. Dar un pasito palante por soleares y bulerías. Y eso que vino con una ciática que le impidió moverse en toda su plenitud -"y que me trae loco", bromeó en alusión al origen oriental de su mujer.

En fin, la profundidad y la picardía. Toda una unidad didáctica del cante lebrijano explicada a un público en un 70 por ciento japonés que supo decir los olés con todas las letras. Pues lo dicho, viva Lebrija y viva Japón.

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