Huelva

De la declaración de un sospechoso al testigo clave del 'caso Mari Luz'

  • Al cumplirse cuatro semanas de la desaparición, el interrogatorio de un sospechoso vecino de la familia, los registros a su domicilio y la aparición de dos testigos han marcado la investigación

En la tarde del 13 de enero de 2008 a Mari Luz Cortés Suárez la tierra pareció habérsela tragado. Sus padres, Juan José Cortés e Irene Suárez, lloran sin lágrimas (el mismo llanto que el resto de la familia) mientras la mirada y la sonrisa de la niña han ido ocupando cada rincón de Huelva y han llegado a traspasar la frontera para dar la vuelta al mundo.

Se cumplen cuatro semanas con Mari Luz en paradero desconocido, 29 días de insomnio en una ciudad que mantiene los ojos abiertos de día y de noche con la sola intención de encontrarla.

El caso de la pequeña ha levantado olas de solidaridad, con manifestaciones de apoyo en todos los puntos del país y con una marcha sin precedentes en la capital onubense (10.000 personas se echaron a la calle para gritar juntas por su libertad). El caso de Mari Luz ha llegado a lo más hondo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, hasta tocar su fibra más sensible, la Policía Nacional que dirige la investigación (apoyada en los rastreos por la Guardia Civil y la Policía Local) se ha volcado literalmente en cuerpo y alma para localizarla. Sin embargo, todos los esfuerzos no han dado hasta ahora con el resultado deseado: liberar a la niña de los brazos que la arrancaron de su casa.

Lo único importante del 'caso Mari Luz' (el padre insiste siempre en subrayar la realidad) es dar con la niña y, a pesar de que la liberación no ha sido posible, en estas cuatro semanas se han dado pasos importantes que, desde la nada, han dejado abiertas dos vías de investigación: la posibilidad de un caso de pederastia y el secuestro.

Después de tres días de intensa búsqueda de la niña por cielo, mar y tierra, llegaba uno de los momentos clave: la localización de un primer sospechoso, que se encuentra en libertad sin cargo alguno.

Este individuo, que vive a escasos metros de la familia Cortés y que regresó a vivir a Huelva hace poco más de tres meses, fue interrogado durante varias horas por la Policía Nacional en una capital andaluza y preguntado por la desaparición. Este diario avanzaba y daba cumplida cuenta de la declaración de este hombre y apuntaba su amplio historial por delitos de naturaleza sexual.

El sospechoso, que se marchó de Huelva al día siguiente de la desaparición de Mari Luz, en su declaración ante la Policía ofreció una coartada: estuvo acompañado toda la tarde del 13 de enero. El hombre quedó en libertad.

Aquel mismo día, se abría la hipótesis de un móvil por agresión sexual, vía que permanece abierta aunque desde la misma Delegación del Gobierno ha aclarado, en esta última semana, que a pesar de barajarse un caso de pederastia no tiene porqué tener relación alguna con este individuo.

Aún así, la casa de este primer sospechoso ha llegado a registrarse en dos ocasiones por la Policía Judicial aunque en la tarde del mismo domingo el entorno de Mari Luz, conociendo los antecedentes del hombre, irrumpió en el domicilio para buscar a la pequeña. Esta irrupción contaminó el escenario aunque los investigadores -que se llevaron varias bolsas de la casa- no llegó a encontrar rastros de la presencia de la casa (al menos que haya trascendido).

En la segunda semana de la desaparición las batidas y rastreos no sólo se mantuvieron sino que se ampliaron y se llegaron a peinar diez kilómetros a la redonda desde la capital. Ni un solo rastro de la niña, ni una sola pista de la niña y la ley del silencio se imponía en El Torrejón.

El caso dio un giro crucial en la jornada del 25 de enero: se abría la segunda línea de investigación. El giro fue posible después de que este periódico localizase a un testigo que estuvo en la Avenida de las Flores aquel fatídico 13 de enero, testimonio que fue comunicado de inmediato a la Policía Nacional.

Este testigo clave para la investigación atravesaba lentamente la avenida a bordo de un coche y detuvo su mirada en Mari Luz (ha descrito su ropa -salvo la falda vaquera- y su peinado). El testigo sitúa la escena en torno a las 17.30 horas, asegurando que la niña se encontraba hablando de forma amigable con un hombre (ella estaba de pie y el individuo agachado frente a ella).

El hombre, al levantarse, cogió a la pequeña -según su versión, absolutamente fiable para la Policía- y se la colocó en un costado, mientras Mari Luz pataleaba. A pocos metros, se encontraba una furgoneta de color blanco, con otras dos personas a bordo, y el individuo la metió contra su voluntad, mientras la niña repetía: 'No quiero ir'.

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