Sevilla

Zoido: ruta de cuaresma

  • El alcaldable del PP presenta como propio un plan del gobierno local para recuperar los conventos que fue una idea del PGOU

ZOIDO (Juan Ignacio), acaso sin sospecharlo, lleva últimamente un itinerario de campaña electoral que, al menos a uno, le parece que tiene cierto aire valleinclanesco. Ayer tocaba el capítulo de Flor de Santidad, la novela que don Ramón escribió en 1904. El candidato del PP se plantó después de los rezos de maitines -la primera hora canónica- en el convento de San Leandro para visitar a la comunidad de religiosas que habita en tan humilde y ajada morada. Gesto que le honra. Siempre es bueno ir a hacer una visita a las madres. Claro que la cita no era sólo para ver cómo estaban las monjas, sino aprovechar la ocasión (incluso aquí, en un recinto tan dado al silencio espiritual) para criticar al "gobierno del PSOE" porque -según su opinión- tiene abandonado este hermoso patrimonio religioso sevillano.

Los conventos, no sé si lo saben, ya no son lo que eran. Fíjense en el de Santa Lucía de Zaragoza: con un montón de billetes de 500 euros (ahora menos; se nota que Hacienda puede ser como Dios) perdidos en un armario. En Sevilla estas ciudades dentro de las ciudades -donde un día el tiempo se detuvo y sigue así, quieto desde entonces- por lo general tienen pocas residentes estables -la clausura no cuenta con demasiadas adeptas en los tiempos modernos- y presentan un estado de conservación deficiente. Resultado del tiempo y de los siempre escasos recursos de las comunidades religiosas.

Zoido, en su línea bondadosa, dijo ayer: "Nos han llamado las monjas. Se sienten abandonadas. Y por eso hemos venido". Fueron. Censuraron la "dejadez" de la Gerencia de Urbanismo para reparar el convento -tras decir previamente que su intención no era criticar a nadie, sino presentar sus propuestas electorales- y plantearon a los periodistas (la escena pueden verla en su página electoral, donde han colgado un vídeo de youtube) un "proyecto ilusionante para organizar una ruta de conventos que permita crear puestos de trabajo en Sevilla". Excelente idea, ¿verdad?

En los conventos siempre se ha trabajado mucho. No es broma: las monjas son laboriosas, cobran poco y gastan menos. En términos económicos son imbatibles, salvo por su desprendimiento y falta de amor al consumo, el gran pecado de nuestros tiempos, la rueda que mueve el mundo. Que los conventos sevillanos merecen dinero para su recuperación queda fuera de toda duda. En eso hay que darle la razón al candidato del PP. En lo demás, quizás ya no está tan claro.

Zoido fue ayer especialmente crítico con la Gerencia de Urbanismo, a la que acusó de iniciar la reparación de las cubiertas de la iglesia y de una nave con artesonado en el claustro y dejar la obra a medias, además de ralentizar una licencia solicitada para ubicar una residencia de mayores. Oyendo hablar al candidato popular, con la religiosa de San Leandro allí delante, cualquiera pensaría que Manuel Rey, el delegado de Urbanismo, no tiene ningún respeto a tan caritativa congregación. Diablo.

No es así, claro. En el fondo de este debate sobre la recuperación del patrimonio conventual suele existir mucha demagogia, que es una práctica muy sevillana que algunos confunden con lo que ellos llaman gracia. Como saben, se trata de una práctica política degenerativa de la democracia que consiste en perseguir el favor popular mediante el halago o la apelación a los sentimientos más elementales de los ciudadanos. Decir que los conventos de Sevilla deben ser reparados es toda una obviedad conceptual, aunque sea electoral. Lo importante sería analizar quién es el responsable de este abandono. Según el candidato del PP, la cosa está clara: el actual gobierno municipal.

La ley de patrimonio, que Zoido debe conocer muy bien dada su condición de juez, dice justo lo contrario. El responsable legal del mantenimiento de un bien edificado es su propietario. Extraña que el candidato popular muestre sólo la media mitad del problema, como si toda la culpa del derrumbe de las clausuras sevillanas fuera del equipo político de Monteseirín y de Torrijos, ese Júpiter tronante.

Pues no. Es la Iglesia quien tiene la obligación de cuidar su patrimonio, que es artístico pero también inmobiliario. Por supuesto, el candidato popular tiene la oportunidad de, emulando al abogado Moeckel, ese letrado con vocación de prohombre que litiga en todas las causas (unas más justas que otras), movilizar a la sociedad sevillana (en quien dice apoyarse: Somos la Sevilla que quiere un alcalde) para buscar fondos con los que arreglar los conventos. Nada se lo impide. Lo que no recuerdo (a riesgo de equivocarme) es a Zoido acudiendo a Palacio (como llaman los cofrades a la sede arzobispal) a exigir con idéntica vehemencia a la vicaria diócesis que cumpla con su obligación. Lo de Palacio, si se fijan bien, también es valleinclanesco. Escena quinta de Luces de Bohemia: interrogatorio a Max Estella, el poeta ciego, transunto de Alejandro Sawa:

-"¿Dónde vive usted?"

-"Bastardillos. Esquina a San Cosme. Palacio".

-"Diga usted casa de vecinos"

-"Donde yo vivo siempre es un palacio".

Citas aparte, el proyecto "tan ilusionante" de Zoido no es ni siquiera nuevo. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), documento al que el PP se opuso en su día, incluía la idea de convertir no uno, sino casi veinte conventos en residencias turísticas, de estudiantes y de mayores. Una forma de justificar las inversiones públicas que necesitan las clausuras, que son edificios privados. Cierto es que la gestión de este programa -en el que el arzobispado nunca ha tenido interés- no ha sido brillante. Pero si el Ayuntamiento paga obras en algunos conventos (con bastante arbitrariedad) es sin tener realmente obligación de hacerlo. Culparle encima se antoja excesivo. Claro que Zoido, además de en campaña, está en plena ruta de cuaresma. Ayer él mismo lo pregonaba en su twitter: "Hoy es Miércoles de Ceniza. Faltan 40 días para la Gloria". En su caso, algunos más. Quizás. Quién sabe.

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