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Crítica 'Ali'

Salir del cascarón

Ali. Drama juvenil, España, 2012, 88 min. Dirección: Paco R. Baños. Guion: P. Baños y Rafael Cobos. Fotografía: Álvaro Gutiérrez. Música: Julio de la Rosa. Intérpretes: Nadia de Santiago, Verónica Forqué, Adrián Lamana, Luis Marco, Julián Villagrán, Angy Fernández, Clara Vázquez, Adrián Pino.

Ali, el primer largo del sevillano Paco R. Baños, experimentado cortometajista (Necesidades) y hombre en la sombra detrás de muchos de los títulos que han fraguado la realidad del nuevo cine andaluz, se ha paseado, y no sin éxito, por festivales nacionales e internacionales. Con Rafael Cobos (Grupo 7, After) como coguionista y un equipo técnico y artístico habitual de las últimas cintas andaluzas, Ali prolonga la mirada netamente romántica y naïf de los cortos de Baños a una nueva historia de inadaptación y solipsismo emocional protagonizada por una joven que lucha día a día contra su propio carácter y contra la influencia de una madre en el límite de la enfermedad mental.

Baños destila el paisaje de la ciudad en busca de esos no-lugares (supermercados, aparcamientos, escaleras, puentes, polígonos industriales, barrios periféricos, azoteas, etcétera) que caracterizan a cierto cine independiente (norteamericano), espacios para el drama excéntrico y una cierta sensibilidad pop a la que se añaden las canciones y una banda sonora tintineante afín a la cultura post-adolescente.

Con todo, Ali es tal vez demasiado deudora de la (visible) estructura de su guión, cuyos actos puntuados por interludios (los miedos de Ali conjugados en material de archivo de coches de prueba) se nos antojan demasiado medidos, como también lo son, o eso nos parece, todos los personajes secundarios (el vecino, las compañeras del supermercado, el aspirante a novio, el pretendiente de la madre) que pululan alrededor de la protagonista y cuyo diseño deviene funcional y literario.

Nada de ello resta fuerza empero al principal valor de la cinta: una estupenda dirección de actrices, con una Nadia de Santiago de enorme poderío fotogénico y potente capacidad física para dar cuerpo y verdad a un personaje siempre incómodo, por momentos desagradable, y una Verónica Forqué recuperada a la que el papel de madre a la fuga parece venirle como anillo al dedo.

Cálida, cercana y comprensiva en todo caso con sus criaturas, la mirada de Paco Baños tan sólo necesita ahora volar algo más allá de sus referencias cinéfilas para encontrar en el mundo, tal vez menos pendiente del guion y más fiel a la cámara o la vida, esos destellos de sabiduría, autenticidad y sensibilidad que aquí se preludian.

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