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'El caballero oscuro' y su gran metraje

  • El cine recupera el gusto por las películas que duran más de dos horas.

En el siglo XX, Hollywood sólo permitía un metraje de más de dos horas y media a dramas épicos como Lo que el viento se llevó o adaptaciones de novelas como Doctor Zhivago, pero en el siglo XXI son los superhéroes o incluso Blancanieves los que recogen el testigo del cine interminable de gran formato. ¿Es El caballero oscuro: la leyenda renace, que se estrena este viernes en medio mundo con sus 164 minutos, el nuevo Lo que el viento se llevó?

Las comparaciones entre Batman y Escarlata O'Hara parecen no sólo odiosas sino improbables y el clásico de Victor Fleming duró bastante más (238 minutos), pero lo cierto es que en un Hollywood que cada vez confía menos en el cine épico a la vieja usanza, los pocos que osan retener al espectador tanto tiempo en sus butacas son, literal y figuradamente, auténticos superhéroes. Una película tan larga es, por una cuestión proporcional, económicamente menos rentable: se gasta más dinero rodándola, la entrada cuesta lo mismo y, además, se pueden hacer menos sesiones al día.

Pero algo ha pasado este año, porque las películas más taquilleras y comerciales, sin grandes ambiciones de prestigio, superan las dos horas de duración. Nolan remata con estas dos horas y tres cuartos una trilogía que ha ido 'in crescendo': Batman begins duraba 140 minutos y El caballero oscuro se extendía hasta los 152. Pero la taquilla le dio la razón y no ha temido coquetear con las tres horas en una época en la que el público se acostumbra en internet a las micropelículas.

Curiosamente, Los vengadores, la película más taquillera del año hasta el momento -1.225 millones de euros de recaudación en todo el mundo-, también tuvo un montador más que generoso, con 143 minutos a dividir entre muchos superhéroes: Iron Man, Capitán América, Hulk, Thor, Viuda Negra y Ojo de Halcón. Y el otro superhéroe que quedaba, The amazing Spiderman, aunque es el más moderado, también supera las dos horas con 136 minutos. Su éxito también ha sido arrollador, mientras que la versión más solemne de un cuento infantil como Blancanieves y la leyenda del cazador, que aspira a convertirse en una trilogía al estilo de El señor de los anillos, también supera las dos horas.

Precisamente, la adaptación de la obra maestra de Tolkien por parte de Peter Jackson fue el último éxito del cine de gran formato en el siglo XXI, llevándose once Oscar, como si fuera el mismísimo Ben Hur, pero títulos como Australia, de Baz Luhrman, o Apocalypto, de Mel Gibson, han devuelto al ostracismo a la superproducción de prestigio con metraje interminable. Hollywood, durante mucho tiempo, había reservado esas largas duraciones para sus grandes apuestas para el Oscar. El concepto de superproducción grandilocuente, que inauguró Intolerancia ya en el cine mudo, se puso de moda en los 50 al ver el cine peligrar su terreno con la llegada de la televisión.

La última década del siglo XX apostó casi más que ninguna por la calidad de largo metraje: salvo El silencio de los corderos, todas las ganadoras del Oscar en los noventa superaban las dos horas, con mención especial para Bailando con lobos (181 minutos), La lista de Schindler (195 minutos) y Titanic (192 minutos). Pero en el siglo XXI, los Oscar empezaron a obviar la superproducción clásica hollywoodiense -muy significativa fue la victoria de En tierra hostil sobre Avatar- y la larga duración pasó al cine de acción, que asume el doble reto de mantener el entretenimiento puro durante más tiempo.

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