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El cine del 'Yes, we can'

  • Tres películas como 'Invictus', 'Precious' o 'Tiana y el sapo' reflejan el espíritu de cambio que vive Estados Unidos desde la llegada de Obama a la Casa Blanca

A la espera de ese soñado biopic presidencial interpretado por Denzel Washington y dirigido por Spike Lee, Hollywood empieza a mostrar ya algunos síntomas de los nuevos aires que corren en Estados Unidos bajo el liderazgo de Barack Obama. El estreno consecutivo de tres títulos tan dispares como Invictus, de Clint Eastwood, Precious, de Lee Daniels, y Tiana y el sapo, de la casa Disney, bien puede ser considerado como una triple manifestación de los derroteros de esta nueva era observada desde la fábrica de ficciones.

Es indudable que la figura de Nelson Mandela a la que da vida Morgan Freeman en el épico filme de Eastwood es un referente mundial de la lucha por las libertades (de los negros) en la historia reciente. La imagen casi beatífica del personaje que proyecta la película, su espíritu sereno, visionario y conciliador, su lúcida verborrea cargada de frases para la posteridad, bien pueden equipararse al proyecto de futuro, aún en fase de pruebas, de Obama, quien, con su Yes, we can, apuntaba también a la idea de la unificación nacional a partir de la superación de viejas rencillas y bajo el espíritu de la convivencia multicultural que preside el nuevo tejido social.

Si Invictus juega en la primera división del mainstream de autor con estrellas y para todos los públicos, Precious se mueve en la esfera (cada vez menos) independiente del Festival de Sundance, en cuya última edición cosechó el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público. A partir de la novela de Sapphire Push (editada en España por Anagrama), la película de Lee Daniels ofrece el retrato de superación de una adolescente negra, gorda y analfabeta, madre de un hijo con síndrome de Down, embarazada de nuevo tras ser violada por el compañero de su despótica madre y portadora del virus del sida en el Harlem de mediados de los años ochenta. Narrada en primera persona, lo que permite el despliegue de numerosas escenas oníricas en las que la protagonista fantasea con sus escapadas de la cruda realidad, Precious deja de lado cualquier contexto social que la explique para proponerse como cuento de hadas en clave hiperrealista, afroamericana y marginal cuya moraleja no es otra que la de la autoestima y la educación como armas para salir del arroyo. Una vez más, estamos ante una suerte de Yes, you can aplicado a las truculentas y sórdidas circunstancias de los hermanos más desfavorecidos por el sistema.

Conviene aclarar que detrás del éxito de Precious se encuentra la mano, como productora ejecutiva, de la popular periodista televisiva Oprah Winfrey, una de las personalidades más influyentes del país y una de las mayores activistas públicas pro-Obama en la campaña que lo llevó a la Casa Blanca hace un año.

La película cuenta además en su reparto con la conocida presentadora Mo'Nique, ganadora de un Globo de Oro por su desmesurada interpretación, y con las estrellas del pop Lenny Kravitz y Mariah Carey, prueba de unas ambiciones comerciales que buscan trascender el target afroamericano.

Si bien Disney ya había tenido heroínas asiáticas (Mulan) o indias (Pocahontas) en sus largometrajes de animación, fruto de su habitual política exótico-poscolonial, nunca uno de sus filmes musicales había estado protagonizado por un personaje femenino afroamericano. Tiana y el sapo reescribe el cuento de El príncipe rana en el Nueva Orleans de los años 20, con música y canciones jazz y con el inopinado regreso a las formas y trazos de la animación tradicional en dos dimensiones.

Hay algo en esta operación nostálgica y a contracorriente que invita a pensar en un intento de refundación de valores en la que la superación de los prejuicios raciales y el regreso a la artesanía han de ir juntos de la mano en tiempos de hipersofisticación tecnológica y narraciones autoconscientes.

No parece casual que Oprah Winfrey haya sido la encargada de asesorar a Disney para encauzar la corrección política del mensaje del filme, ni tampoco que sea la ciudad de Nueva Orleans, epicentro del mayor desastre natural reciente en los Estados Unidos (el huracán Katrina), foco para la última gran controversia sobre las desigualdades sociales del país, la ciudad elegida para este renacimiento. To be continued...

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