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Crítica 'Rare exports, un cuento gamberro de Navidad'

Otras fiestas son posibles

Rare exports, un cuento gamberro de Navidad. Fantástico-terror, Finlandia, 2010, 84 min. Dirección y guion: Jalmari Helander. Fotografía: Mika Orasmaa. Música: Juri Seppä. Intérpretes: Per Christian Ellefsen, Tommi Korpela, Jorma Tommila, Jonathan Hutchings, Peeter Jakobi, Ilmari Järvenpää, Onni Tommila, Rauno Juvonen.

En la mejor tradición antinavideña, o lo que es lo mismo, en esa otra sana tradición gamberra e iconoclasta que, a la postre, también termina pasando por el aro de las buenas intenciones y el mensaje conciliador aunque sea después de dar una vuelta por el lado oscuro y siniestro de la fiesta y sus tópicos (inevitable no pensar en Pesadilla antes de Navidad), Rare Exports nos llega desde la gélida Finlandia para abrazar la mitología de Santa Claus, oriundo de la región, desde una esquinada concepción intergenérica en la que se mezclan elementos del terror, el fantástico y la comedia con un aire de serie B costeada que rememora ilustres referentes hollywoodienses muy lejos de su epicentro.

Si hace unas semanas Arthur Christmas fabulaba con los problemas familiares de una saga de Santa Claus animados, Rare Exports se instala en un paisaje aparentemente realista y en un entorno climático hostil para desenterrar poco a poco, con precisos golpes de efecto, suspense medido e imágenes de impacto (unos elfos ancianos cual zombis, un Papa Noel gigante y poco amante de los niños, un desolador paisaje de renos muertos que nos recuerda a aquellos caballos congelados en la nieve de My Winnipeg, de Guy Maddin), un mundo de pesadilla a los ojos de un niño inquieto que salvará los muebles del espíritu navideño en plena crisis ganadera y paterno-filial.

El debutante Jalmari Helander prolonga así algunas ideas y personajes de sus dos primeros cortos para avanzar con convicción narrativa y vocación iconoclasta por un terreno reconocible que le permite variaciones, quiebros y felices deformaciones que terminan por hacer de su película un anómalo artefacto navideño en una cartelera saturada de almíbar publicitario y burdos mensajes de esperanza.

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