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Comunicación

El termómetro del sofá

Francisco Andrés Gallardo

Son 4.500 aparatos, secretamente distribuidos por todo el país, en paradero desconocido, que analizan, escudriñan y miden la televisión que se ve en todos esos hogares: qué, quiénes, cómo y casi por qué siguen sus programas favoritos (o no) de la pantalla. Y esos datos sirven para extrapolar el consumo de más de 45 millones de espectadores. Una proporción que parece mínima pero que, por milagros de la estadística, los expertos avalan como fiables, como un margen de error mínimo, de 1 a 5 puntos. De hecho no hay grandes cadenas que cuestionen abiertamente el sistema de mediciones. Se aceptan con deportividad sus resultados, aunque entre la repercusión de internet y de las redes sociales, del visionado on line, también se perdonan determinados resultados aritméticos si se observa que algunos productos valen mucho más que la talla que hayan dado en una sola noche. Entre una treintena de canales en abierto, con el nuevo panorama, más el arco iris casi infinito en las plataformas de pago, el sistema de mediciones se antoja limitado para calcular en detalle el valioso consumo de cadenas minoritarias y especializadas. Esta será una de las asignaturas pendientes que próximamente deberá abordar Kantar Media. No sólo se puede observar a ojo de buen cubero lo que amasan las cadenas principales, las que se disputan las migajas de las décimas quieren también poner en valor sus respectivas propuestas en un universo catódico que adquiere tintes de microscopio. La otra gran carencia de los audímetros actuales es que sólo toman la temperatura del sofá, el consumo de televisión en casa. Digital + lleva años reclamando que sus datos no son absolutamente fieles ya que sus acontecimientos deportivos, que suelen ser seguidos por una apreciable cantidad de fieles en establecimientos públicos, no quedan reflejados en los índices de audiencia. Ese cálculo quedó perfectamente reflejado en el gran evento deportivo de la década: el Mundial de fútbol de Sudáfrica, el non plus ultra en los shares españoles. Los datos fueron espectaculares, pero se antojan cortos de las cifras reales de espectadores que siguieron los encuentros de la campeona. La prórroga de la final mundialista fue seguida en Telecinco por casi 14,6 millones de espectadores, 80,3 por ciento de cuota, más millón y medio a través de los canales de Digital +: es el récord de audiencia en España, pero sin contabilizar los millones de seguidores que tuvo la selección en bares, cines, plazas y todos aquellos espacios abiertos en los que se vibró con la agónica consecución del título. Fueron muchos más, pero los audímetros sólo miden al calor del hogar. Un sistema de 4.500 acurrucados aparatos que con el avance imparable del consumo a través de internet cuestionan su limitada visión de juego.

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