Construcción

Las constructoras andaluzas salen al exterior

Luis María González Ruano

Consejero Delegado Grupo Rusvel

Cualquiera que tenga algún conocimiento del sector de la construcción en nuestro país, a la hora de expresar su opinión no tarda mucho en manifestar que el sector de la construcción es un sector ‘cíclico’, que, en un periodo de quince años se caracteriza por un periodo apogeo de 4/6 años, una caída brusca de 3/4 años y un periodo muy lento de ‘salida del pozo’ de otros 4/6. La capacidad de reacción, cintura o adaptación no consiste en reducir la estructura o incrementarla cada vez que ocurra un cambio de los citados. Una empresa determinada tiene un punto muerto, un umbral de rentabilidad, un punto de equilibrio y éste será susceptible de mejora en función de los análisis de costes y de rendimientos que logremos hacer. Pero esta disminución tiene un límite: si seguimos minorando los costes, operaremos en el mercado con el mismo nombre comercial, pero seremos otros. No tendremos la misma seguridad jurídica, fiscal, previsión financiera, recursos humanos, gestión de compras, desarrollo informático y comunicaciones como soporte principal del negocio, prevención, innovación, y un largo etcétera, que nos dan la seguridad para operar como lo hacemos, es decir, por lo que se nos conoce en el mercado, nuestro marchamo, en definitiva, lo que nos identifica con nuestro nombre. Si perdemos una parte sustancial de todo esto, no cabe esperar lo que se esperaba de una compañía, ni de nadie que se vea obligado a transformarse de esa forma. Mantener la identidad obliga a mantener una determinada estructura si queremos ser la misma empresa.

Queremos, luchamos por ser como somos o mejor, que se puede, pero no queremos ser peores, operar con menos calidad, menos solvencia profesional… menos, en general, ‘de todo’. Para evitar los efectos de este carácter cíclico del sector sobre el mantenimiento de la estructura, precisamos diversificarnos y/o buscar otros mercados donde continuar haciendo lo que sabemos hacer. Nosotros hemos hecho ambas cosas con éxito repartido. Respecto a la internacionalización, en principio la idea es arriesgada, pero absolutamente necesaria. Primeramente, parece que lo imprescindible es que sean países con necesidad de hacer cosas, obras (carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, edificación en general, etc.); además, habrá que tener en cuenta los fondos, la seguridad en el cobro, la seguridad jurídica y la financiera; la fiscalidad, la cultura, el idioma, el entorno y un largo etcétera que junto con los comentarios, asistencias a foros y lecturas de empresas o personas con estas experiencias hacen de la decisión de exteriorizar una ‘aventura’. Pero en la empresa debe haber cuanta menos aventura, mejor, si identificamos aventura con incertidumbres o variables incontrolables.

El periodo de decisión de salir al exterior puede ser largo, pero justo esto adquiere cuerpo cuando se nombra un responsable del proyecto de internacionalización, con equipo y presupuesto, en consonancia con lo que se quiere hacer. Una vez elegido el destino –donde, obviamente no te conocen-, hay ciertos factores que facilitan o agilizan la entrada: si se es o no una empresa especializada, si se entra como contratista principal o como subcontrata de una de mayor volumen, si se establece una alianza con otra empresa lugareña o no, si establecerse antes de conseguir el primer contrato o se trata de ser adjudicatario del primer contrato a distancia y después situarse en el país. Simultáneamente hay que determinar el modelo de empresa con el que se opera, si es una sucursal, manteniendo el mismo hilo de responsabilidades y experiencia en todos los sentidos o si será una filial, nueva sociedad, con lo cual todo sería de nueva creación. Esto va de la mano de un equipo jurídico, fiscal, financiero y técnico local, que, en coordinación con el propio de tu estructura, van resolviendo los asuntos propios de su materia. En el aspecto financiero, para crecer fuera, hay que tener la parte doméstica dominada y controlada. Para que nos hagamos una idea, en cierto país de Centroamérica, abrir simplemente una cuenta corriente, sin petición de riesgo alguno, sólo para ingresar dinero, cobrar y pagar puede llevar tres meses. En esto y en otras materias los tiempos y ritmos son muy distintos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios