Copa del Rey

Un trío decisivo

  • Villamarín, Barrios y Del Sol. Tras 15 años en Segunda y Tercera División, presidente, entrenador y futbolista se aliaron con gente como Areta y Vila para subir de nuevo

DESPUÉS de 15 años alejado de entre los grandes, de deambular por la Segunda División e, incluso, la Tercera, el Betis culminó el ansiado ascenso sustentado en un tridente cuya aportación fue clave dentro y fuera de los terrenos de juego.

El presidente, Benito Villamarín, había apostado decididamente por subir de categoría, después de que en la campaña 55-56 el equipo se quedase a las puertas tras fallar en la liguilla de ascenso y, en la posterior, tuviera que conformase con una sexta plaza. Así, comenzaba el curso 57-58, en el que el máximo dirigente verdiblanco apostó por un entrenador de mucho prestigio que había triunfado en el Athletic de Bilbao y en el Atlético de Madrid, Antonio Barrios. Junto a estos dos nombres propios, el tercero del tridente sería Luis del Sol, un futbolista genial que llevaría casi todo el peso del conjunto sevillano, bien rodeado, además, por futbolistas de experiencia en Primera como los delanteros Areta y Vila (claves con sus goles), que llegan del Valencia, Santos y Rodri (Hércules), Sobrado, Seguer, Menéndez o Lasa, además de chavales como Isidro y Valderas.

difícil comienzo

El campeonato arranca con victoria en casa, pero tres derrotas consecutivas llevan la desconfianza a la afición, que ve a su equipo colista de la clasificación. La escalada comenzó goleando 6-1 al Extremadura el día en el que Del Sol rompió el larguero de la portería sur tras colgarse sobre el mismo al fallar un gol a puerta vacía. La marcha del cuadro bético fue irregular, pues, si bien en casa se mantenía fuerte a domicilio se dejaba demasiados puntos. Pero la escalada, aunque de modo lenta, estaba en marcha con la férrea mano de Antonio Barrios en el banquillo, que se cobra la primera víctima en Sobrado, apartado por un acto de insubordinación.

Una de las claves del ascenso la encuentra el técnico en el último partido de la primera vuelta, ante el Jerez en el estadio Domecq, cuando coloca a Del Sol, extremo hasta entonces, en el centro del campo para llevar el ritmo del juego de un Betis que ya apuntaba al ascenso, pese a caer con el Recreativo 0-2 al inicio de la segunda vuelta. Sin embargo, a partir de ahí el resto de la temporada sería extraordinaria, y en la penúltima jornada, la 33, sólo un punto separa al Betis de la Primera División (sube únicamente el primero). El mano a mano con el Tenerife acabaría en el Marqués de Valera de San Fernando, el 25 de mayo de 1958 en un 2-2 que convirtió el último partido, en casa con el Xerez, en una fiesta en el viejo Stadium de la Exposición que ponía punto final a 15 años de pesadilla.

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