Han sido tan alucinantes las escuchas entre Ignacio González y sus amiguetes que el personal ya no sabe qué decir. Hablan de poner y quitar jueces y de enviarlos al purgatorio, de contactar con el fiscal para facilitar el trámite judicial y hasta de pedir a los ministros que intervengan cuando haga falta. Y otra ronda, por favor. Cualquiera podía pensar que con los casos Noos, Bárcenas, Gürtel y ERE lo había visto todo -es difícil superar el "sé fuerte" de Rajoy a su amigo Luis- pero estos días con el ingreso en prisión del primogénito de los Pujol y sobre todo con el bochornoso espectáculo protagonizado por el ex presidente madrileño del PP, han logrado superarse. Ya puestos a hundirnos en la miseria, el presidente del Gobierno podría comparecer en el Congreso o si lo prefiere desde una cómoda pantalla de plasma y dar un paso al frente desde la sinceridad: 'Españoles, las instituciones están podridas y ni siquiera yo sé hasta dónde alcanza la corrupción dentro de mi partido. Es la realidad y no se me ocurre cómo demonios arreglarlo, así que no queda otra que aguantarse'. La oposición rompería en gritos e insultos y pediría su cabeza desde las redes. Los españoles, frente al televisor, contemplarían la escena con resignación:

- A mí me lo va usted a contar.

Mucho ruido, pero en el fondo poco más dando por hecho que es imposible que cambie algo en este país. Por desgracia y pese al esfuerzo de jueces y policías nos hemos acostumbrado a que se cuestione la división de poderes hasta tal punto que cuantas más explicaciones ofrecen los ministros de Interior y Justicia más dudas generan. Para más inri, el aparato del PP pudo actuar mucho antes, pero nadie quiso escuchar la voz de alarma. Si la corruptela anida en el PP es porque nadie le pone freno. La probe de Esperanza Aguirre dice que ni se lo olió. Al parecer podría caminar por un muladar y no enterarse. Rajoy, tampoco. Si el presidente al menos reconociera su absoluto fracaso contra la corrupción porque entre otras cosas no han hecho nada para evitar que personajes como González sigan avergonzando a toda una sociedad, todos coincidiríamos en que su imagen sería muy penosa, pero al menos diría la verdad por una vez, lo que le otorgaría cierta coherencia. Hace años que el PP necesita regenerarse en lugar de cerrar el paso a las nuevas generaciones. Pero al contrario que en otras sociedades más avanzadas, nadie admite sus errores ni sabe dejarlo a tiempo. De hecho, ni contemplan la limitación de mandatos como freno a los vicios ocultos tras el poder.

Da la impresión de que Rajoy se encoge de hombros porque piensa que el remedio sería peor que la enfermedad para sus interese. Es más, si en el fondo le avergonzara lo que ocurre a su alrededor, en lugar de guardar silencio, daría ejemplo y sería el primero en asumir también sus errores y sus consecuencias tras poner a cada cual en su sitio. Ignacio González, en prisión. Aguirre forzada a dimitir. Un inoportuno sms del ministro de Justicia al ex presidente madrileño: "Ojalá se cierren pronto los líos". El ex gerente del Canal de Isabel II, también arrestado... ¿Y qué hace Rajoy mientras estos escándalos sacuden a la opinión pública? Se limita a decir que quien la hace la paga. ¿Y qué hacemos con quienes colocan a corruptos en las instituciones? Sólo un experto en abstraerse en sí mismo como él mostraría en mitad de esta crisis una foto haciendo deporte en un hotel de Brasil. Ha sido la imagen que mejor resume la enfermedad que padece este país: la impunidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios