Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Selu García Cossío recibió el domingo no pocas críticas por cantar con su agrupación en Hospitalet con motivo del mitin central de Ciudadanos en la campaña de las elecciones catalanas. Se lo afearon esos fenómenos que reparten los carnés de demócratas y fachas allá donde van porque entienden que una agrupación carnavalesca no debe arrimarse a un partido catalogado como de derechas. Como es natural, las respuestas en apoyo al Selu fueron mayoritarias. Pero quizá la más gráfica fue la de su colega José Guerrero Yuyu: "Los que dan más lecciones de democracia son los menos demócratas. O estás con ellos o eres un facha".

Visto lo visto, yo mismo debo ser uno de ellos, un facha de libro quiero decir. Durante años no le di importancia, pero según la clasificación que algunos quieren imponer, he de reconocer que si a día de hoy aún no lo soy, estoy a punto de lograrlo, al menos a tenor del baremo que utilizan los que se esconden en el anonimato de las redes sociales. Para empezar, sólo hay que verme, suelo acudir al trabajo encorbatado y con chaqueta y pantalones a juego. Pero esto, que no deja de ser la fachada exterior, es lo de menos. Según la lógica que aplican estos señores, el carnavalero es de izquierda por la misma razón que los taurinos son unos fascistas. Pues bien, dejaré de esconderme y diré que aunque jamás me saqué un abono -no presumiré de lo que no soy- admito que desde que leí las Crónicas taurinas de Joaquín Vidal, empezó a interesarme la tauromaquia. Y la curiosidad fue a más cuando cayó en mis manos la biografía antológica de Belmonte firmada por Chaves Nogales. Desde entonces, presto muchísima más atención a los toros. Personajes como José Tomás, Curro, El Juli, Padilla o Paula me inspiran hoy un gran respeto. Aunque bien pensado, puede que los toros siempre hayan despertado mi curiosidad por su ligazón con el flamenco, un arte que me apasiona. Puedo entender a los detractores de la fiesta, pero rechazo de plano que los más talibanes llamen asesinos a los que van a la plaza desde una supuesta autoridad moral que no poseen.

En el fondo, creo que no tengo remedio porque para colmo, más de una vez, me he sorprendido a mí mismo frente al televisor tarareando el himno de España cuando juega la selección. Todo esto lo he ocultado durante lustros para no ser señalado por fachorro. Pero con lo de El Selu dije basta. No sólo él me gusta a rabiar: también me emocionan Serrat y Sabina y me encanta Eduardo Mendoza. Por lo visto no doy una, y encima mantengo buenas relaciones con tantos amigos del PP como de cualquier otro partido. Digo más, me alegró la victoria de Arrimadas. Y hasta tengo amigos en la Armada y la Guardia Civil y de los buenos. Está claro que soy un caso perdido, porque para más inri me gusta pasear en Semana Santa de la mano de mis hijos para seguir nuestras cofradías. ¿Y saben qué es lo más insólito? Que también me gusta la Navidad en familia y con los amigos. Puedo comprender a aquellos que no la comparten porque no creen, aunque sean los primeros en colmar de regalos a sus hijos el día de Reyes. Lo que no deja de sorprenderme es el afán con el que etiquetamos a los demás cuando no piensan como nosotros.

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