De libros

Quino: "Este premio me remite a mi familia"

  • El dibujante argentino, hijo de exiliados andaluces, muestra su orgullo por ganar el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Un premio inesperado, que dedica a su esposa, Alicia, y que le remite a sus raíces españolas, así se refería Joaquín Salvador Lavado, Quino, al Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades que, por primera vez, ha recaído en un dibujante. "No me lo esperaba", afirmó Quino en una improvisada rueda de prensa en Buenos Aires, horas después de recibir la noticia de que se le había concedido el máximo galardón que se otorga en España.

"A los premios uno llega cansado", agregó el dibujante, que en julio cumplirá 82 años, "sería mejor que te los dieran cuando eres joven", pero "siempre halagan". Quino no había recibido aún la llamada del Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, pero "espero que me invite a comer una tortilla", bromeó. "Me alegra que España me haya dado un premio que me remite a mi familia", añadió el dibujante, hijo de exiliados republicanos andaluces que se afincaron en la provincia de Mendoza, la cuna del vino argentino.

Quino se presentó ante los medios acompañado de su esposa Alicia, a quien dedicó el premio porque "fue clave" en la difusión de su trabajo en todo el mundo. Alicia es, además de su compañera, su "ministra de Cultura y de Economía", dijo divertido el humorista que, tras la sorpresa inicial, dio un repaso a buena parte de su vida y también de la vida de sus personajes, empezando por Mafalda, la "heroína iracunda", como la definió Umberto Eco.

A punto de cumplir 50 años, Mafalda, la niña que nació de la pluma de Quino para publicitar una firma de electrodomésticos en los años 60, es uno de los personajes más conocidos en el mundo y sus comentarios irónicos se mantienen de plena actualidad. Producto, explicaba Quino, de que "los problemas del mundo no han cambiado", y de su toque multicultural, resultado a su vez del ambiente de emigrantes en el que se crió el dibujante en Mendoza. "Hasta que fui a primaria, en mi casa se hablaba andaluz", recuerda Quino, que no se olvida del vecindario de su infancia, compuesto por italianos, libaneses y hasta por un verdulero español que pregonaba su mercancía cantando versos y "ya teníamos ahí a Federico García Lorca".

Un entorno de emigrantes, compromiso político y arte, porque Quino procede de una familia de exiliados republicanos y con una afición por el dibujo que le transmitió uno de sus tíos, dibujante de anuncios de cine. Supo que seguiría sus pasos a los 18 años, cuando cayó en sus manos un ejemplar de Paris Match con ilustraciones, "entonces dije, esto es lo que yo tengo que hacer".

"Me crié muy interesado en lo que pasaba en todo el mundo", confesaba, y eso se reflejó en sus historietas. Un trabajo también comprometido, que le costó más de un quebradero de cabeza con la censura en varios países, desde Argentina a la España del franquismo. "Nací con una autocensura muy fuerte", reconoció, porque durante el primer gobierno peronista en Argentina, en los años 40 y 50, resultaba muy difícil escribir sobre temas como familia, religión o militares.

También tuvo problemas con la censura en países vecinos como Bolivia, Chile y Brasil, donde los censores "arruinaban con su lápiz rojo dibujos originales". En España, la primera edición de Mafalda se publicó con el aviso "solo apta para adultos", alrededor de 1973, recordaba hoy el ilustrador, que no escatimó elogios para los dibujantes españoles. "Me sorprende", dijo, que el Príncipe de Asturias no haya recaído antes en algún dibujante español, pese a la "la larga tradición" en ese campo que hay en España. Una tradición que tuvo oportunidad de conocer en su primer viaje a España, a los 36 años, en una gira europea junto a su esposa. Joaquín Lavado se acercó también al Mayo del 68 parisino, y conoció de primera mano el ideario que alimentó este movimiento entre la juventud francesa.

Quino, que "jubiló" a Mafalda hace unas décadas, descarta en principio hacer un dibujo especial para celebrar el premio porque reconoce que "sacar a Mafalda de la historieta me cuesta mucho", aunque admite también que "muchas veces" llegó a pensar en dejar al personaje. "No volvería a dibujar a Mafalda, lo que quería decir ya lo dije", dijo Quino al brindar una segunda rueda de prensa, ésta vez en el Centro Cultural de la Embajada española en Buenos Aires, en la que reveló que, de pequeño "quería ser Picasso", pero se dio cuenta de que "no podía ser". "Pero ver que a la gente le gusta tanto lo que he hecho, te da satisfacción", señaló.

Tras medios siglo de convivencia con Mafalda, Quino admitió que "no sabe" lo que habría dicho la niña más irreverente del mundo sobre el premio que ha merecido su "padre", aunque se atrevió a confesar que se siente más identificado con otros personajes de sus historietas, como Miguelito, Felipe o Libertad.

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