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De libros

La flor carnívora

Ya en la segunda posguerra, Bataille imaginaría el comunismo, la oscura realidad soviética, como una suerte de fuerza demoníaca, cuyo carácter fabril, cuyo impulso prometeico, acabaría por fertilizar la totalidad del globo. Sobra decir que Bataille, como en tantas otras cosas, estaba haciendo una pequeña lírica del mal con la realidad más grosera y mostrenca. Aun así, Bataille no hacía sino acudir a un vasto fenómeno (la URSS y la Revolución de octubre), usado en abundancia como tema literario. Este fue también el caso de En el río del amor de Joseph Delteil (1922), que remite muy difusamente, en cuanto a su tema, a ciertas obras de la literatura rusa como Un héroe de nuestro tiempo de Lermontov, La caballería roja de Babel y El maestro y Margarita de Bulgakov.

De cada una de ellas, Delteil parece haber extraído algún aspecto concreto: el concepto amargo de la existencia; la revolución como fuerza devoratriz, y la locura y el amor como actividades motoras del mundo. Sin embargo, y a pesar de lo dicho, esta obra de Delteil es una obra visiblemente francesa. Y dentro de su francesidad, obviamente surrealista. En este sentido, en el sentido del amor surreal que azota a sus protagonistas (dos oficiales bolcheviques y una oficial blanca), es fácil vincular esta novela con otras novelas no tan trágicas. O al menos, no tan trágicas al modo eslavo. Sin salirse de un escueto y pudoroso erotismo, En el río del amor remite, sin embargo, tanto a Las once mil vergas de Apollinaire como a El jardín de los suplicios de Mirbeau. Y ello por un percepción violenta y aciaga del amor (visible todavía en el modernismo, pero que heredarán las vanguardias), en la que podemos sospechar, legítimamente, la presencia del Destino.

Se da así la paradoja de que el amor surreal conectaba las vanguardias con aquellas grandes fuerzas conservadoras del siglo pasado. Fuerzas irracionales, preternaturales, superiores a lo humano, donde lo humano naufragó, engañado por el amor y por su dulce floración carnívora.

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