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Pilar del Río

"La novela inédita de Saramago tiene que ser un aldabonazo en el mundo"

  • La periodista, viuda del escritor portugués, ultima la creación de la Fundación Saramago en Lisboa tras abrir al público la casa de Lanzarote.

Conferencias, recitales universitarios, presentaciones de libros y hasta conciertos de flamenco, con sus versos en la voz de intérpretes tan raciales como la cantaora trianera Esperanza Fernández, han devuelto el protagonismo al Nobel portugués José Saramago en el primer aniversario de su muerte, acaecida el 18 de junio de 2010 en su casa de Trías (Lanzarote). A la vitalidad de su legado moral y artístico se dedica, bajo el lema Sobre la ceguera y la lucidez, la presente edición de la Feria del Libro de Sevilla. Su viuda Pilar del Río aprovecha este homenaje para repasar las principales líneas de trabajo que lleva a cabo entre Lisboa, Andalucía y Canarias como presidenta de la Fundación Saramago.

-La prensa internacional ha puesto su atención en las acampadas del 15-M y en el desafío a la clase política de los jóvenes de la primavera ibérica. ¿Cómo hubiera conectado Saramago con este movimiento de derechos civiles?

-Esta explosión de gente que reivindica el papel de la ciudadanía en la toma de decisiones conecta muy bien con el espíritu que quiere transmitir el lema Sobre la ceguera y la lucidez, que la Feria de Sevilla decidió varios meses antes del 15 de mayo, en lugar de fijarse en otros títulos como El año de la muerte de Ricardo Reis. La reacción de los lectores está siendo muy emocionante, todos los actos se han llenado y la selección de textos que ha hecho el público en las lecturas participativas ha sido muy emocionante. Como ha demostrado el movimiento de las acampadas, la gente no es tonta, sabe leer y lee. Saramago es un autor que respeta a los lectores y los lectores, después de leer a Saramago, son más grandes.

-¿Volver a Andalucía le ha permitido cerrar nuevos proyectos vinculados a la obra del Nobel?

-Sobre todo, me ha servido para constatar que la relación entre José Saramago y Andalucía entera no se ha roto, sino que se mantiene viva y fructífera un año después de su muerte. Hay muchos proyectos artísticos en marcha, que no sólo tienen que ver con los libros, sino también con la música y el teatro. Piense, por ejemplo, que su obra teatral Don Giovanni ou dissoluto absolvido fue llevada ya a la ópera con libreto del propio José y del compositor italiano Azio Corghi.

-¿Planea abrir en Andalucía una sede de la Fundación Saramago?

-No. La Fundación Saramago es portuguesa y en un mundo globalizado como el que tenemos no hay ningún problema en que se radique en Lisboa. Lo que sí tenemos es una pequeña subsede en Azinhaga porque encontramos la cama de los abuelos de José, que aparece en el discurso del Nobel, y quisimos dotar a esta pequeña y perdida aldea donde nació (ubicada a unos 120 kilómetros al norte de Lisboa) con un acceso a internet de manera que la gente se pudiera conectar.

-¿Qué trabajos son prioritarios en la Fundación actualmente?

-La Fundación Saramago tiene dos líneas de acción. Por un lado, el mantenimiento y la defensa del proyecto cívico de José Saramago, donde estamos involucrados en temas de alcance global. Esto se puede hacer desde cualquier lugar del mundo y nuestra principal vía de colaboración es con la Universidad Autónoma de México, de la que José fue investido doctor honoris causa. Por otro lado, cuando tengamos la sede definitiva de la Fundación Saramago en la Casa dos Bicos de Lisboa [un palacete gótico al este de la Praça do Comércio y famoso por su fachada salpicada de puntas de piedra] pretendemos convertirla en un espacio similar al Círculo de Bellas Artes de Madrid donde haya actos todos los días, no necesariamente relacionados con Saramago. Tenemos una sala de actos que tiene que ser rentabilizada diariamente por la capital portuguesa y una sala de exposiciones temporales que nos puede servir para profundizar en aspectos que están en su obra, como el neorrealismo en Levantado del suelo, la Lisboa de los tiempos de Ricardo Reis... Estará allí además su legado, los fondos y papeles que tienen que ser estudiados. Varios referentes de la cultura portuguesa han donado ya sus bibliotecas personales a la Fundación Saramago, un tema muy importante que el Ayuntamiento lisboeta presentará próximamente. Y, además, colaboraremos estrechamente con la Fundación Mario Soares.

-Pero además está A Casa, el refugio que compartieron durante años en Lanzarote, donde él escribió Ensayo sobre la ceguera.

-Sí. Hemos abierto al público de diez de la mañana a dos de la tarde la casa donde Saramago vivió en los últimos años, un hogar edificado sobre libros. Allí uno puede desde tomarse un café portugués a consultar su biblioteca, cuyos títulos están en parte catalogados por la Universidad de Granada.

-¿Qué reflexiones le suscita el que otras fundaciones, como la de Alberti, depongan su actividad por problemas económicos?

-Nosotros no aceptamos ninguna subvención. Y ni siquiera hemos tenido la cortesía del ofrecimiento. Yo sólo he pedido asesoramiento técnico, pues estoy poniendo a disposición del patrimonio español todo esto pero no hemos tenido ningún apoyo por parte de la Dirección General del Libro del Ministerio de Cultura. Mientras yo tenga manitas, mientras me queden rastros de sangre en el cuerpo, voy a intentar mantener abierta la casa de Lanzarote. Como mi hogar no es un gran museo no puede ser visitado por autobuses de turista pero necesita guías, por lo que he creado siete puestos de trabajo. Si algún día tengo que cerrarla será un fracaso mío personal y todas las cosas irán entonces a Portugal, el país de José Saramago. Creo que en este aspecto ha habido falta de sensibilidad pese a la implicación personal y a la colaboración de la Consejería de Cultura canaria. Yo no quiero dinero, lo que quiero es que ubiquen el proyecto en los circuitos especiales que le corresponden.

-¿Qué puede adelantar del último libro en el que trabajaba Saramago en sus últimos días?

-La novela inacabada se publicará pronto y saldrá muy acariñada y con mucha dignidad en todo el mundo. Hay cinco o seis editores que se han constituido para ello en un grupo o pool. Consideran que este inédito es una joya y quieren lanzarlo de la mejor manera posible. Tienen la obra en sus manos en este momento pero les he pedido que no se precipiten. Siendo como es el último libro de Saramago aborda un tema muy sensible y no puede pasar sólo a la Historia como una ficción o como su título póstumo. El título proviene de unos versos del poeta y dramaturgo portugués Gil Vicente, Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas, y trata el tema del tráfico de armas, como él mismo anunció en la presentación de Caín. Aborda una cuestión sensible que nos está destrozando la vida a todos y por eso este libro tiene que ser un aldabonazo en el mundo entero. De ahí que no deba ser tratado con frivolidad ni expectativas comerciales, sino con una enorme dignidad.

-¿Debe aguardar la edición española nuevos textos de Saramago?

-Sí, porque su legado está vivo, tenía mucha obra escrita y en España aún no conocemos ni sus textos de juventud ni su teatro. Además, la Fundación contempla muchas otras propuestas artísticas inspiradas en su obra. Salzburgo, por ejemplo, estrenará una ópera este verano. Se está trabajando en guiones de varias películas e inclusive hay en marcha una comedia musical. Hay mucho futuro en su legado. Ensayo sobre la ceguera se ha llevado al teatro en Alemania y en Tokio. Pero lo que tiene una mayor dimensión es el cine y hay varias obras en marcha.

-¿Cómo define la huella de Saramago en el mundo literario?

-Saramago era un autor tan moderno y, a la vez, tan clásico. Aunque empezó a publicar tardíamente se había formado en la mejor literatura. Sus maestros eran el padre Vieiras [un jesuita portugués equiparable al español Juan de las Casas], Camões y Cervantes, sobre todo. Lázaro Carreter decía que Saramago era el más cervantino de los escritores peninsulares y defendía que La Balsa de piedra era un Quijote contemporáneo e hizo un análisis de su estructura. Según él, Sancho Panza y Don Quijote en el siglo XX no van a lomos de Rocinante sino en un dos caballos; son tres hombres y dos mujeres que recorren la Península Ibérica buscando un sueño, una Dulcinea, que es un futuro mejor. Y van muriendo por el camino, y hay momentos que no tienen que ver con el libro, tal cual en El Quijote. Y luego Saramago tiene ese idioma fuerte, recio y profundo, pero a la vez muy bello.

-Usted ha sido la traductora al castellano de los últimos libros de su marido. ¿Qué dificultades entrañaba esa labor?

-Al principio ni me lo creía. Ser la traductora de Saramago... Tenía que pellizcarme y todo. La responsabilidad me coartaba mucho. Yo leía a Saramago en portugués y oía la música de su escritura pero cuando lo pasaba al castellano ya no oía la música. Algunas personas, cuando leían mis traducciones, decían que ese sonido estaba ahí pero yo, que le escuchaba tanto, lo veía imposible. Además tenía que ser fiel a mi propio idioma, que es muy duro. Saramago decía que el portugués es el castellano pero sin huesos. En un congreso sobre traductores de Saramago todos, salvo la italiana, encontrábamos el mismo problema: cómo trasladar esa armonía y suavidad a nuestro idioma duro, lleno de aspiraciones y de jotas.

-En 1981 Saramago publicó Viaje a Portugal, tal vez la mejor guía dedicada en décadas al país vecino. Treinta años y tantos viajes compartidos después, ¿no hay una ampliación inédita?

-Viaje a Portugal es un libro maravilloso, un testamento, y como presidenta de su Fundación me gustaría recogerlo en imágenes y hacerlo cine para enseñar así Portugal al mundo. Es un proyecto que tenemos muy avanzado y que cuenta con financiación de varias empresas. También queremos editar pequeñas guías para circuitos especiales por Portugal. La última aportación de José Saramago a su patria fue recuperar para las visitas y el turismo una zona deprimida de Portugal, el Camino de Salomón, el personaje central de su novela El viaje del elefante (Alfaguara, 2008). Una ruta que desde Lisboa a Castelo Rodrigo pasa por la tierra de Camões y descubre un país desconocido y bellísimo.

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