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El reino apacible

  • Tras publicar 'Vieja Navidad', El Paseo edita ahora 'En casa de los Bracebridge', de Washington Irving

  • El libro propone risueñas estampas sobre la vida de la nobleza en la Inglaterra rural del XIX

Retrato de Irving.

Retrato de Irving.

La romántica y evocadora campiña inglesa y sus variopintos moradores protagonizan En casa de los Bracebridge de Whashington Irving (1783-1859), que acaba de publicar El Paseo. Con este volumen, la editorial sevillana da continuidad a Vieja Navidad, que publicó el otoño pasado y que también gira en torno a la noble familia Bracebridge y sus cotidianos avatares. Ambos títulos comparten también al mismo ilustrador, Randolph Caldecott, que con sus hermosos dibujos convierte estos libros en verdaderas joyas.

Sobre la sorprendente capacidad narrativa e imaginativa de Irving no cabe la menor duda a la luz de algunas de sus obras más conocidas: aquí en Europa sus Cuentos de la Alhambra, con los que crea y consigue hacer perdurar todo un imaginario de la España de la primera mitad del siglo XIX y contribuye a fijar una estampa romántica de nuestro país que sería ampliamente exportada, e incluso interiorizada, como parte del mito de lo español.

La querencia y habilidad del autor norteamericano por la construcción de bosquejos rápidos sobre la realidad se concreta además en su Sketch Book, en el que incluye una serie de narraciones que han sido calificadas como los "primeros cuentos norteamericanos". Entre estos "apuntes" hallamos obras tan conocidas como La leyenda de Sleepy Hollow o Rip Van Winkle, y también Vieja Navidad, ante cuya secuela nos encontramos.

Desde las primeras líneas de En casa de los Bracebridge, Irving invita al lector a pasear junto a él por el campo inglés, a conocer a los personajes que lo habitan y adentrarse en una vieja mansión donde la vida todavía guarda el vetusto encanto de la nobleza rural, donde la rudeza y la delicadeza se dan la mano en cada gesto y en cada objeto. Nos advierte también de su deseo de describir más que de contar, nos previene sobre las falsas expectativas que nos podamos crear con este libro carente de trama propiamente dicha, pero en el que se va urdiendo, como los hilos de seda que entreveran un brocado, una historia sencilla y emocionante, que no es otra que el paso del tiempo y de la vida, con sus pequeñas alegrías y sus siempre alarmantes contrariedades.

Forman parte de esta sociedad hábilmente descrita por el autor personas auténticas en su bondad o en su mezquindad. Entre las páginas de este volumen, nos asomamos a un mundo que se ha perdido para siempre: el de una pequeña comunidad acendrada en sus viejas costumbres, respetuosa con el prójimo, galante y capaz de dejar hueco al sentido del humor. Sobre este último aspecto nos da una pista el subtítulo de la obra, Los humoristas, aunque conviene que no nos confunda. No nos propone el autor la risa franca o la carcajada, no nos presenta personajes caricaturescos ni situaciones desternillantes, aunque algunas sean francamente divertidas; nos remite más bien a esa media sonrisa que reconforta, a esa actitud vital centrada en el goce inmediato de las pequeñas cosas.

Irving visita a los Bracebridge con motivo de una boda. Es primavera y el campo se prepara para nacer de nuevo. También los habitantes de la gran casa señorial, las granjas cercanas y la aldea se preparan para el doble acontecimiento -la celebración de la boda y la nueva estación- con alegre solemnidad. Acompañamos al autor en sus paseos por el campo y participamos de sus encuentros y conversaciones con personajes inolvidables como el maese Simon, que ejerce de cicerone, el granjero Jack Tibbets "Bolsa Presta", el maestro vagabundo, los alegres gitanos que viven acampados junto al río, la viuda Lady Lillycraft, el "veterano soldado" Harbottle, y por supuesto el Sr. Bracebridge. Cada uno tiene una pequeña historia detrás que, de algún modo, marca los acontecimientos presentes. Señores, aldeanos, granjeros, sirvientes e invitados... todos parecen vivir su particular Sueño de una noche de verano -en esta ocasión de primavera-, y, como en el título shakesperiano, casi todos acaban felizmente emparejados. También son protagonistas de esta narración los animales: especialmente logrado el amplio capítulo que le dedica a los grajos y su complicada vida social.

En casa de los Bracebridge es uno de esos libros difíciles de clasificar que interesará especialmente al lector capaz de disfrutar con una narración que no le deparará grandes hazañas ni grandes sorpresas, pero que le proporcionará a cambio el maravilloso placer de adentrase en un hermoso paisaje habitado por seres de otro tiempo en el que aún era posible acompasar la vida al lento paso de las estaciones.

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