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Cultura

La trastienda del Paraíso

  • Capitán Swing lanza 'Un séptimo hombre', el ensayo de John Berger sobre la emigración en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, con fotos de Jean Mohr.

Camiones cargados de obreros en una carretera rural de Yugoslavia hacia un destino desconocido, trabajadores turcos sometidos a un exhaustivo reconocimiento a manos de médicos alemanes en Estambul, emigrantes que construyen un túnel subterráneo en Ginebra sometidos a duras condiciones de trabajo y vivienda, pueblos del norte de Grecia que se quedan vacíos tras la salida masiva de su población activa, españoles que toman café en Frankfurt, la estación de ferrocarril de Sttutgart convertida en punto de encuentro para emigrantes que buscan a personas de su misma nacionalidad, modernos apartamentos para obreros extranjeros en Kiruma (Suecia), cenas recalentadas en hornillos, la limpieza a fondo cada día del Aeropuerto de Viena, la construcción de carreteras en Suiza, las literas, las instrucciones pregonadas en idiomas incomprensibles. A menudo, cuando se debate sobre los estragos de la crisis que estalló en 2008, no faltan quienes comparan el éxodo de jóvenes españoles, en su mayoría titulados universitarios, a la fría Alemania, con la emigración abultada que condujo a miles de paisanos a buscarse la vida más allá de los Pirineos en los años 50 y 60. Pero, para contextualizar debidamente ambos fenómenos, lo mejor es acudir a las fuentes primigenias. En 1975, el novelista, periodista, poeta y ensayista británico John Berger (1926) publicó el ensayo Un séptimo hombre, aproximación decisiva al fenómeno de la emigración en Europa como legado directo y definitivo de la Segunda Guerra Mundial. Para ello se alió con el fotógrafo suizo Jean Mohr (1926), quien no dudó en meterse con su cámara en las fábricas, las estaciones, los barracones y demás enclaves relacionados con la mano de obra extranjera tanto en la misma Suiza como en Alemania y otros territorios del corazón de Europa. Berger y Mohr acuñaron un documento que tiene tanto de testimonio periodístico como de ensayo político y hasta objeto poético; en todo caso, una obra que ha seguido el camino habitual de los clásicos: incomprendida en su momento, ignorada tras su publicación, pasó pronto a formar parte de las lecturas predilectas, precisamente, de buena parte de los emigrantes europeos, como un documento pasado de mano en mano y considerado aliado inestimable por su capacidad de despertar conciencias (o, al menos, de excitar en el obrero emigrante la de sí mismo). Finalmente, el libro adquirió capacidad de trascendencia hasta traspasar la particularidad en que fue escrito y hoy es considerado una referencia clave de la sociología europea. Ahora, la editorial Capitán Swing lo acaba de recuperar para el lector español en su formato íntegro y original, con los textos de John Berger, las fotos de Jean Mohr, los apuntes artísticos de Sven Blomberg y el diseño de Richard Hollis.

En el prólogo que precede a esta nueva edición, escrito en 2002, Berger deja las cosas claras a modo de declaración de intenciones: "Cuando Jean Mohr trabajábamos en la elaboración de Un séptimo hombre, nuestra tarea inmediata era mostrar hasta qué punto la economía de las naciones ricas de Europa había pasado a depender en la década de 1960 de la mano de obra procedente de varias naciones más pobres. El propósito del libro, según nosotros lo concebíamos, era político. Confiábamos en iniciar un debate y en alentar, entre otras cosas, la solidaridad internacional de la clase obrera". En consecuencia, el libro se presenta atravesado por la ideología marxista, aunque no evita la crítica a Marx en ciertos planteamientos (especialmente, el desprecio con que el filósofo despachó la vida rural y sus posibilidades de desarrollo frente a la capacidad urbana de racionalidad, algo que resulta comprensible, en parte, en plena Revolución Industrial). Berger considera que el argumento de la ética capitalista según el cual "la pobreza es un estado del que el individuo o la sociedad pueden librarse siempre que posean un espíritu suficientemente emprendedor" queda en entredicho una vez que se ha demostrado que "la pobreza actualmente imperante en zonas rurales tiene una base social más que natural", si bien "la base social de esta pobreza queda oculta". Pero es en los emigrantes europeos donde esta base social adquiere una visibilidad notable. Berger analiza el fenómeno de la emigración, precisamente, como una absorción que el desarrollo urbano hace de las capacitaciones rurales, en unas coordenadas no exentas de connotaciones geográficas: es la próspera Europa del Norte, recompuesta en tiempo récord tras el desastre de la Guerra Mundial, la que se convierte en destino de los emigrantes llegados desde los países del Sur, desindustrializados, dependientes aún en gran medida de la producción agrícola e incapaces de atisbar una regeneración. El encuentro entre una latitud y otra, eso sí, se dará en términos de esclavitud. Y quién sabe por cuánto más tiempo.

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