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Beñat sí aguanta el pulso europeo (1-1)

  • Jorge Molina aprovecha uno de los múltiples pases del vasco para rescatar a un Betis que no supo ganar el día decisivo. La pasividad de Cañas, que Mel no corrigió con un tercer medio, derivó en un correcalles.

Era el día señalado para demarrar. Al Betis le tocaba ganar y, al contrario que suele desde que Mel mora su banquillo, no lo hizo. La lucha por las plazas europeas se está convirtiendo en una vulgaridad. Entre los que no ganan porque no saben y los que incluso parecen no querer, los empates se cotizan como si fuesen de oro. Pero los verdiblancos asomaban a este partido frente a un rival mediocre muy obligados. Defraudaron pese al resultado final en el derbi, pecaron de ingenuidad en el Bernabéu. El Deportivo, crecidito y al menos armado desde que lo entrena un buen técnico, era con todo el rival propicio para ganar en Heliópolis. Su zaga y su guardameta no son nada serios; Kaká, sencillamente, es inaceptable.

Y el Betis falló. Las razones son variopintas, pero la principal es que el equipo hace tiempo que ha perdido el fútbol, pese al ramalazo de Granada, y se maneja a ráfagas. Pero juega mal, con un fútbol deslavazado, impreciso y sin continuidad. Sólo lo salva Beñat, quien por mucho que lance piropos a su gente de Bilbao sobre el césped se comporta como si la sangre que corre por sus venas fuese verde.

Sólo por el vasco mereció ganar el Betis. Su lección de fútbol y profesionalidad, huérfano encima de ayudas por su socio y amigo Cañas, fue digna de la coronación de un triunfo, de tres puntos que, además, hubiesen puesto en órbita a su equipo. Una especie de carta de despedida: ahí os dejo eso.

Beñat estuvo siempre muy por encima de la cita, sobre todo desde que el Betis comenzó a meterse en él. Tardó un cuarto de partido, justo hasta que Mel se convenció por enésima vez de que los extremos con desborde y regate y con poco disparo se manejan mejor por su banda natural. Vadillo pasó a la derecha, Campbell se fue a la izquierda y el Betis empezó a carburar, al son que ya sabía marcar su cerebro, en pos de empatar un partido que se le había puesto cuesta arriba y se le podía haber ido si Riki anda más fino aún ante las múltiples indecisiones de un Nacho que sufrió a éste y a Bruno Gama en los albores del partido.

Porque ésa es otra. Un fallo impropio en la vigilancia ofensiva dio un gol al Dépor cuando sólo se llevaban seis minutos. Todo el equipo se fue a rematar un saque de esquina, con unas prisas impropias de un grupo con empaque, y atrás sólo se quedó el malagueño. Chica y muchos otros que jamás van a rematar por sus características se fueron arriba y el rebote a disparo en segunda instancia del barcelonés fue a los pies de Riki, quien recorrió medio campo y toreó a Nacho, que se venció pronto, antes de batir a Amaya. 

Seguro que Mel les pondrá la jugada en vídeo esta semana. Vázquez, un enamorado de éstas, hará lo propio para no sufrirlas en sus carnes. Un fallo imperdonable el del equipo, una falta de oficio que retrata a este Betis que da toda la pinta de que va a llegar a la nueva meta propuesta muy justo. Le viene grande y será meritorio si la cruza. En sus filas hay futbolistas veteranos, pero el grupo en conjunto es novato, se está forjando en estas lides y peca por exceso y por defecto.

Con todo, en sus filas, al menos esta temporada, juega Beñat. Y eso es un plus. Él sí ha nacido para el fútbol de alta competición y ni su limitado físico lo frena cuando se siente a gusto. Ayer sintió que Cañas no estaba, que Mel no barajó nunca la opción de dar entrada a Salva Sevilla y decidió que si el buen centrocampista es el que roba el balón y después lo pasa, él iba a demostrar justamente eso. No sólo le dio el pase del empate a Jorge Molina a poco de iniciada la segunda parte. El vasco corrió adelante y atrás, sudando incluso para sacar de esquina con prontitud y remató desde el borde del área con la derecha, con la izquierda, a balón parado...

Pero no halló socios, excepción hecha del alcoyano en la jugada del gol verdiblanco. Rubén Castro anduvo atribulado, Pabón justificó su inicial suplencia con pases imprecisos salvo uno temprano a Jorge Molina y los extremos, sencillamente, apenas ganaron la línea de fondo. Campbell y Vadillo, al menos, defendieron; Juan Carlos, de refresco, no se fue de los muchísimos años que suma ya el DNI de Manuel Pablo.

Si el debate se centra en las ocasiones de gol, el Betis pudo y debió ganar a un Deportivo tierno. Pero lo cierto es que no sujetó nunca el partido y que incluso dejó en muchos minutos que se convirtiese en un correcalles. Adrián y los centrales lo salvaron en alguna contra venenosa de los deportivistas. Es la diferencia entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Entre ocho ocasiones de gol por tres en contra y un fútbol que ya no gusta.

Pero la principal distancia se halla entre el que va de verdad, Beñat, y el que se guarda algo, Cañas. Entre el que es un futbolista de élite y otros que simplemente son buenos o regulares. Ocurre que un futbolista rara vez gana solo los partidos y ayer tampoco lo ayudó Mel proporcionándole aire con alguien más a su lado. Aún así, a punto estuvo...

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