Internacional

Blatter se resiste a reconocer el desorden

  • Una comisión ética de la FIFA podría investigar la elección de presidente de 1998

Los problemas y las denuncias lo acosan sin parar, pero el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, asegura sonriente que el ente que dirige está "en paz" y en vías de reformarse.

La semana pasada, Jacques Rogge, presidente del COI, dijo que mantendrá una conversación con el suizo acerca de los escándalos de corrupción que salpican al ente rector del fútbol mundial. Sin embargo, el COI no abrirá investigación alguna.

Blatter eludió responder a la pregunta de si Rogge ya habló con él. Markus Siegler, su otrora fiel director de comunicaciones, lo atacó recientemente en declaraciones a la televisión alemana. "No es posible que él (Blatter) no lo supiera. Hoy en día no se clava un clavo en la pared sin que lo sepa Blatter", subrayó Siegler acerca del funcionamiento de la FIFA, que abandonó en 2007.

Acosada una vez más por las denuncias, la FIFA presentó este mes una comisión ética bicameral dirigida por el estadounidense Michael García como fiscal y el alemán Hans-Joachim Eckert como juez.

Y Blatter, que se jactó de que la reina Isabel II le dijo alguna vez a Rogge que no necesita presentarle al suizo, porque ya lo conoce, pide que se deje trabajar a García y Eckert.

El eterno caso de Mohammed Bin Hamman, el dirigente qatarí forzado a renunciar a la FIFA pero rehabilitado por la Corte Arbitral del Deporte es un tema que Blatter no quiere ni tocar. ¿Investigará la comisión ética su elección como presidente en 1998? Blatter sonríe ante la pregunta, que apunta a las reiteradas denuncias de compra de votos en aquella elección en la que derrotó al sueco Lennart Johansson.

Y casi se exaspera cuando se le puso en duda que la nueva comisión de ética tenga un presupuesto suficiente para hacer su trabajo en condiciones. "Es una decisión del congreso de la FIFA y debemos poner todos los recursos a su disposición para que puedan hacer su trabajo".

¿Pero tienen dinero suficiente? La mirada de Blatter combinó dosis similares de hartazgo e ironía.

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