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Debilidad versus 5.000

  • El fondista Jesús España, clasificado para la final, única excepción a la discreta actuación española de ayer · Marco y Olmedo no acceden a la semifinal del 800

La participación española repitió medianía ayer. A excepción de la clasificación de Jesús España para la final del 5.000, la cosecha mundialista de la sexta jornada careció de lustre. Y van... El presidente de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA), José María Odriozola, está que trina y suelta picotazos: "Los resultados son peores de lo previsto". Aunque, en el fondo, fue una simple cuestión de debilidad.

Los mediofondistas sevillanos Manuel Olmedo y Luis Alberto Marco empezaron y finalizaron su participación en apenas un par de minutos, el tiempo aproximado que duraron sus series clasificatorias de 800 metros. Las plazas para semifinales quedaron sin rastro de apellido español y sucedió por un asunto de debilidad.

Declaraba Olmedo al término de su serie que no sabe qué le pasa, que no está bien, que había puesto sobreaviso a la Federación. Pero como si nada. Para el aficionado, la carrera transcurría según lo previsto. Olmedo es atleta con querencia a la cola del pelotón. Al de Pino Montano le gusta controlar a sus rivales desde la trasera, ese suculento gran angular, pero ocurrió que no podía. Así de simple. Y la vergüenza torera obligó a Olmedo a retirarse a falta de 80 metros para completar los 800.

El otro español en 800, el también sevillano Luis Alberto Marco, se quedó también sin su semifinal soñada. La historia de Marco fue levemente diferente a la de Olmedo. El atleta de Montequinto cayó eliminado, quinto de su serie (1.48,47), pese a haberlo intentado y pese a haber corrido con valentía. La debilidad, que la hubo, resultó ser de una cariz menos misterioso que la de su paisano Olmedo. Nada de flato ni de vergüenza torera. La cosa es que Marco no llegó a tiempo porque perdió el sprint. Así de simple. Así de débil. El mediofondo español, definitivamente, no disfruta de sus mejores tiempos.

La alegría del día llegó desde la semifinal de los 5.000: Jesús España otorgó a la delegación nacional una nueva finalísima, sufijo apropiado una vez comprobada la débil senda de los atletas patrios en tierras berlinesas. Por segundo mundial consecutivo, el seis veces campeón nacional obtuvo un puesto de honor para el domingo, jornada de clausura, merced a su quinto puesto ayer.

Jesús España supo engancharse al grupo de la cabeza. Cuando Kenenisa Bekele tiró en la última vuelta, el madrileño respondió para salir de la curva en disposición de sacar su sprint, suficiente para dar un pisotón en la meta en la última posición que daba el billete para la final.

En cuanto al resto de españoles, la debilidad volvió a ser la nota predominante. Los mimbres son los que son. Jackson Quiñónez no pudo clasificarse para su tercera final de 110 metros vallas consecutiva. Terminó séptimo en la primera semifinal. Salió lento y fue cediendo terreno según se acumulaban metros y vallas.

En martillo, Berta Castells fue eliminada. Lanzó la herramienta a 67,32 metros y no pasó del décimo puesto. Y para cerrar con la última de las debilidades, Luis Felipe Méliz quedó eliminado en salto de longitud con un sólo salto válido, de 7,87 metros. Y dijo adiós con un medianito undécimo lugar.

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