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Demasiados delanteros

  • Las lesiones movieron a Chaparro a abandonar su base de jugar con tres centrocampistas y los extremos le fallaron al no defender · La rectificación no llegó con Somoza; el argentino es una rémora

La falta de Capi tiene desquiciado a Chaparro. Sin el camero, el técnico de Triana se ve incapaz de formar un equipo con tres centrocampistas, como a él le gusta, debido a que Somoza, como se reveló en la segunda parte, carece de la entidad necesaria para jugar en el Betis, y el canterano Juande aún no está recuperado. Ello le movió a apostar por la calidad de Sobis y Mark González con Edu en la labor de enlace. Pero lo que debió ser un 4-5-1 se asemejó más a un 4-2-4 que destapó por completo al equipo, aunque el gravísimo error del árbitro en el 1-0 contribuyese en demasía a desarbolar a un Betis timorato en exceso en las escasas ocasiones en que se vio obligado a hacer fútbol. Quizá le hubiese hecho falta más balón y cohesión y menos atacantes, sobre todo si éstos se muestran sin ritmo y sin aptitudes para ayudar a tapar en defensa.

Defensa

El equipo comenzó el derbi muy despistado y nervioso en defensa, raíz de un despeje fallido de Juanito con la zurda, una indecisión de Rivas al dejar botar el balón ante Kanoute y tras un par de interiores de Diego Capel que descosieron a Melli. Aun así, el Betis se sostenía gracias a la labor de Rivera y Arzu, con muy pocas ayudas de los extremos, hasta que un error arbitral llevó el desconcierto al equipo, que se vio en desventaja en el marcador y cometió el pecado de no digerir con diligencia una injusticia.

A raíz de ahí, el Sevilla halló espacios por donde quiso. Poulsen y Keita, éstos sí con ayuda de sus extremos y hasta de Daniel y Luis Fabiano, dejaron sin aire al eje verdiblanco y las llegadas fueron masivas hasta traducirse en el segundo gol de Luis Fabiano, ya cuando hasta Ricardo transmitía nervios al equipo y con Rivas fuera por lesión. Demasiados contratiempos.

La entrada de Somoza en la segunda mitad y el cambio a un 4-1-4-1 en absoluto contribuyó a mejorar el equipo.

Ataque

El Betis apenas tuvo el balón, pero su principal hándicap fue que no supo combinar cuando lo encontró. Su principal recurso ofensivo, y quizá único, fueron los balones largos de los centrocampistas o los zagueros a los dominios del siempre inseguro Mosquera, quien a base de faltas logró mantener el tipo excepto en un balón que se merendó y que Edu cabeceó alto.

El brasileño, con una movilidad desconocida entre líneas, se desmarcó de la actitud estática que caracterizó a los otros tres atacantes del equipo, quienes aunque en ocasiones intercambiaron posiciones nunca supieron asociarse para combinar con el balón en las cercanías del área. Jugando, además, siempre a más de un toque, la labor defensiva del rival se vio facilitada.

Aunque los problemas en ataque del Betis tuvieron su génesis más atrás, debido a la falta de recursos de sus zagueros para sacar el balón jugado desde atrás.

El Betis trató de adelantar las líneas tras el 2-0 y lo que hizo fue hartarse a correr hacia atrás debido a sus tempranas pérdidas de balón.

Virtudes

La actitud del equipo, que murió de pie y sin bajar los brazos en ningún momento.

Talón de aquiles

Con Somoza no se arregla nada. Había más soluciones y se trataba de dar ritmo al ataque.

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