TENIS l Abierto de Australia

Djokovic rompe el orden

  • El serbio aniquiló a Federer y buscará su primer Grand Slam ante Tsonga

Novak Djokovic logró ayer el triunfo más importante de su vida, una victoria ante Roger Federer por 7-5, 6-3 y 7-6 (7-5) que le permitirá luchar mañana ante el francés Jo-Wilfried Tsonga, la gran sorpresa de este Abierto de Australia, por su primer Grand Slam, y que abre toda una era de incertidumbre en el tenis.

Fue una semifinal extraña, porque Djokovic jugó a un gran nivel, pero Federer, que no se había perdido ninguna final en los últimos diez Grand Slam, fue por momentos una sombra de sí mismo. Lento de reacción, enojado a veces, llamativamente desacertado en los momentos clave: el suizo difícilmente olvide alguna vez el partido que hizo trizas su sueño de conquistar el Golden Slam, los cuatro grandes más el oro olímpico.

Ya en el primer set, el número uno dejó claro que no era su día. Había quebrado a Djokovic para 4-3, y tuvo una gran oportunidad sirviendo con 5-4, pero cometió un par de errores clave y Djokovic igualó a cinco. Un poco más tarde, un revés largo de Federer le hizo perder su segundo servicio consecutivo y el set por 7-5.

En vez de reaccionar, Federer se hundió en una rabieta que le duró casi todo el segundo set. Cuando quiso darse cuenta, Djokovic estaba 5-1. Federer se las arregló para reducir distancias (5-3), pero un ace a 202 kilómetros por hora le dio el set por 6-3 al serbio.

Djokovic se fue al baño, Federer meditaba sentado en su silla y 15.000 espectadores en el Rod Laver Arena murmuraban excitados. ¿Sería capaz Federer de torcer el camino hacia la derrota? Viéndolo jugar, parecía difícil. Tan mal se movió que un revés de su rival llegó prácticamente a rebotar en su zapatilla.

Federer no pudo aprovechar un 0-40 sobre el saque de Djokovic en el segundo juego del tercer set, y debió luchar para levantar cuatro puntos de break en el siguiente juego. "!Vamos!", se gritaba a sí mismo. "!Sí!", celebraba al ganar un punto.

Pero Federer no era Federer. Llegó a ir trotando, apurado, impaciente, a devolver el servicio de Djokovic en el sexto juego. No suele ser así: parte de la imagen del número uno se construyó sobre su aura de tranquilidad y relajada suficiencia. Nada de eso se vio ayer, porque Federer notaba que era incapaz de controlar lo que estaba sucediendo. No podía controlarse a sí mismo.

Djokovic salvó con dos saques ganadores y una derecha furiosa dos puntos de set sirviendo con 5-6. Forzó el tie break, que sería definitivo: Federer tuvo ventajas de 2-0 y 3-1, pero tras enganchar Djokovic dos derechas consecutivas quedó 3-3. Otros dos saques letales establecieron el 6-5 para Djokovic. Una derecha de Federer a la red supuso el final.

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