LOS NUESTROS | Javier Chacón. Nadador del CN Alcalá

Exigencia máxima para ser olímpico

Exigencia máxima para ser olímpico

Exigencia máxima para ser olímpico / m. g.

Javier Chacón (Mairena del Alcor, 25-03-1999) se lanzó por primera vez a la piscina como tantos otros niños: para aprender a nadar. Pero con sólo nueve años ya se dio cuenta de que quería competir y se mudó de club. "Me federé en Alcalá de Guadaíra para poder acudir a campeonatos regionales y nacionales", cuenta.

No obstante, aún le faltaba por dar otro gran salto en su carrera deportiva. Y éste, de casi 200 kilómetros de distancia, ya era palabras mayores. "Hace cuatro años que estoy en el Centro Especializado de Tecnificación Deportiva de Málaga. Al principio, el cambio se me hizo duro. Los entrenamientos eran muy exigentes y estaba lejos de mi familia y amigos. Pero ya me he acostumbrado a estar aquí y sé que es el camino que debo recorrer si el día de mañana quiero competir en unos Juegos", explica el sevillano.

"En el Mundial, mi mejor prueba fue el 200 mariposa; la nadé el último día y ya sin presión"

Ser olímpico es el gran sueño de Javier. Por alcanzarlo entrena cada día dando el 100%, se concentra durante meses y puede pasar semanas sin ver a sus seres queridos. Son los sacrificios habituales que debe hacer todo deportista de alto nivel. Los que casi se olvidan cuando los resultados reflejan el tiempo y la dedicación.

El año pasado, Javier se proclamó doble campeón de España júnior en los 400 metros estilos y 200 mariposa, lo que le abrió las puertas del Europeo y el Mundial de la categoría. Y él estaba contento, aunque quizá no tanto como esperaban su entrenador y su familia. "Siempre me exijo mucho, a veces sé que demasiado. Todo el mundo me decía que debía estar contento con lo que había conseguido. Y lo estaba, pero una parte de mí pensaba que podía hacerlo un poco mejor", revela.

La exigencia, propia y ajena, forma parte de la competición. Pero siempre debe estar presente en su justa medida, pues de lo contrario puede jugar alguna que otra mala pasada. Bien lo sabe el protagonista de esta historia: "En el Mundial nadé tres pruebas. En el 200 estilos estaba seguro de mis posibilidades y me encontré bien, pero no conseguí bajar la marca del año anterior y me entraron dudas. En el 400 estilos tampoco logré bajar y las dudas aumentaron. Y el último día nadé el 200 mariposa sin presión. Me dije 'ya que estás aquí, lo nadas, se acaba todo y te vas de vacaciones'. Y con ese pensamiento me tiré al agua. Al final fue mi mejor prueba. Bajé dos segundos mi marca, me clasifiqué para la final y quedé octavo".

Más allá de los cronos y los puestos, Javier se llevó un valioso aprendizaje de su participación como internacional. Estar codo con codo con nadadores de otros países, verse en una cita de tal envergadura y querer demostrar todo cuanto había trabajado en los meses previos le sirvió para madurar como deportista, para aprender a templar los nervios y para sentirse orgullo consigo mismo. Porque el listón debe estar alto, pero nunca demasiado.

Con vistas a la presente temporada, el mairenero confía en hacer un buen papel en el Europeo absoluto. Si lo consigue, habrá completado una etapa más en su camino hacia Tokio 2020. "Los Juegos motivan, pero no deben despistarme. Hay que ir paso a paso, cumpliendo los objetivos de cada año. A Tokio irán los mejores, y sólo si estoy entre los mejores a lo largo del ciclo olímpico conseguiré la clasificación", reflexiona.

Razón no le falta. Por eso, sin despistes y sin fijarse metas irrealizables, Javier seguirá cada día cumpliendo con una preparación casi siempre invisible. Porque en natación unos cuantos minutos bareman el esfuerzo de meses.

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