Sevilla | villarreal · la crónica

Fazio libera a los demás

  • Trascendental El Sevilla se ganó el derecho a pelear por la Liga de Campeones al superar de cabo a rabo al Villarreal Paso adelante El equilibrio del argentino y de Renato llevó a los blancos a atacar más

Lección al aspirante por parte del Sevilla. El conjunto de Manolo Jiménez se desquitó del sinsabor que le proporcionó el Villarreal en el último partido de la pasada temporada, cambió de roles respecto a entonces y, de paso, se ganó por méritos propios el derecho a seguir metido en la pelea por la Liga de Campeones alguna jornada más. Existe un pero, sin embargo, porque este Sevilla, por infinidad de razones, alguna desgraciadamente trágica, no puede disfrutar en su plenitud durante el presente curso y es pensar en lo que pudo haber sido y no fue.

Sí, porque el tope de este Sevilla, de no haber sufrido tantas contrariedades a lo largo de todo el ejercicio, tal vez hubiera estado en unas miras idénticas a las que observa su rival de ayer. Pero el sistema de puntuación de la Liga no entiende de cuentos de la lechera y está claro que cada uno se halla donde se lo ha merecido. Pero, dicho lo cual, nadie podrá obviar la posibilidad de meditar sobre dónde estaba el listón de este grupo de extraordinarios futbolistas de no haber tenido que sortear tantos obstáculos.

Conviene centrarse, sin embargo, en lo visto en la tarde de ayer en el Sánchez-Pizjuán, entre otras cosas porque fue un verdadero espectáculo. Para empezar, echémosle una flor a la persona de ese Manolo Jiménez al que tantas espinas se le han colocado en su corona, algunas justas y muchísimas cuando menos de dudoso rigor. El técnico de Arahal ejerció de entrenador para tomar decisiones a la hora de componer el equipo y esta vez le salió todo bien sobre el campo. Porque hay que tener valentía para dejar en el banquillo a hombres de tanto peso específico como Kanoute y Poulsen, por mucho que hayan padecido algunos problemas físicos durante la semana, y apostar de salida por Renato y Fazio.

Particularmente destacable es el caso del gigante argentino, situado en la posición de medio centro que le buscó el entrenador de Arahal desde sus tiempos en el Sevilla Atlético. Fazio fue el hombre clave para que todo el Sevilla se sintiera mucho más protegido y lo que parecía una variante defensiva se iba a convertir con el paso de los minutos en el cambio más ofensivo de todos los que se produjeron. Fazio, al contrario que Poulsen últimamente, entre otras cosas porque tal vez el físico no le acompañe, se ancló delante de la pareja de centrales y desde ahí le provocó una desconexión absoluta a ese Villarreal que tantos piropos acumula por su fútbol al toque precisamente por esa zona. Los amarillos se toparon con un pulpo que era capaz de proteger a todos los suyos.

Las consecuencias de ello fueron numerosas, pero quédense con dos de enorme trascendencia. Primero, el rendimiento de la pareja de centrales aumentó varios puntos, ya que las acciones de los rivales llegaban mucho menos limpias y eso lo agradecían tanto Mosquera como David Prieto. Y segundo, Daniel se vio liberado para lanzarse una y otra vez al ataque con la seguridad de sentir que tenía las espaldas cubiertas. Pero no sólo Daniel, también Keita, el propio Adriano y los dos extremos se sentían mucho más seguros a la hora de proyectarse hacia arriba.

Acierto pleno, pues, de Jiménez. Como también lo fue el hecho de buscar el equilibrio a través de Renato como segundo punta. El Sevilla era mucho más equipo y eso se vio desde los primeros minutos del encuentro. El terreno de juego estaba mucho mejor ocupado por los hombres que vestían de blanco y al Villarreal le iba a tocar sufrir al no encontrar jamás a ese faro que responde por Marcos Senna. Paradójicamente, con un solo delantero claro el Sevilla tuvo muchas más ocasiones de gol que en los partidos precedentes y éstas se pueden comenzar a contabilizar desde que Diego Capel se encontrara solo delante de Diego López antes del cuarto de hora.

A partir de ahí el dominio del juego por parte del Sevilla sería absoluto. Mucho más si cabe desde que el quatterback Daniel aprovechó una frivolidad del central Gonzalo Rodríguez y del guardameta Diego López en el saque en corto de una falta. El balón le cayó al excepcional lateral sevillista con toda la defensa rival desajustada y su pase fue definitivo. Luis Fabiano tuvo tiempo de dejar botar el balón y de prepararse el disparo para marcar.

El Sevilla se sintió mucho más seguro entonces, aunque siempre cabía la inquietud de la calidad del rival que estaba enfrente. Pero los blancos fueron mucho más agresivos que últimamente, le robaron el balón al rival cerca de su área y las opciones de gol serían clarísimas, particularmente dos que tuvo Keita en ambos periodos del encuentro. Renato, Jesús Navas, Kanoute debieron liquidar el encuentro y finiquitar la emoción, pero ésta perduró y hasta Jiménez tuvo que aguantar alguna crítica de la grada preñada de injusticia por meter a Poulsen. Pero el Sevilla se sentía fuerte y se comió al Villarreal. ¡Qué pena que el aspirante sea el perdedor! Puntos son puntos, acuñaría como nueva frase Vujadin Boskov.

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