Cualquier profesional está expuesto a la crítica y, en el caso del deporte, la afición expresa desde la grada insultos en todos los escenarios. Que el colegiado malagueño Daniel Hierrezuelo parase el partido casi cinco minutos (a 18 segundos del descanso), pidiendo incluso el desalojo de un sector de la hinchada cajista (la peña La Keka, concretamente) porque se sentía amenazado, está fuera de lugar, como también los insultos de la grada. Sobre todo porque en otros campos de fútbol y canchas el público es bastante más peligroso y ofensivo que en Sevilla.

Un protagonismo absurdo el que adquirió el malagueño, muy criticado siempre en San Pablo, que vio en la frase “esta noche, mira bajo el coche” una amenaza personal. Lo reflejó en el acta y puede que la ACB abra una investigación que, por otro lado, no debe llegar a nada. Incluso Leo Chaves, director general cajista, se dirigió en el descanso a este grupo para que cesaran los insultos, por bien del equipo, y se pasó a la ironía: “Hierrezuelo, es nuestro líder”.