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La Liga de nunca acabar

  • El Barça, en dos jornadas, recorta seis puntos a un Madrid que había dictado sentencia según sus acólitos · El fútbol también hace justicia con el Sevilla

A Pedja Mijatovic, esa máquina de despilfarrar dinero que viste traje de raya diplomática, habrá que recordarle, una vez más, el enunciado principal de la regla XI. "Un jugador está en fuera de juego si se encuentra más cerca de la línea de meta contraria que el balón en el momento en que éste es jugado". Posteriormente, cita el reglamento una serie de excepciones por las que no se sanciona la máxima, aunque, curiosamente, ninguna de ellas las cumplía la posición del delantero montenegrino cuando el 20 de mayo de 1998 en Amsterdam otorgó al Real Madrid su séptima Copa de Europa con el gol marcado a Peruzzi. Tampoco Raúl, el domingo, encuentra en las leyes coartada que valide su posición ilegal en el albor de la que se convertiría en la jugada de la jugadas de esta maravillosa Liga de vaivenes.

Por ello, ante la sensatez y los mea culpas de gente educada y sensata como Guti o Casillas, sorprende que este haragán de verbo prepotente le diga a Daudén Ibáñez que debería haber parado el partido para avisar en su error a los futbolistas que él recluta con los euros de los madridistas que el connivente Ramón Calderón le deja dilapidar.

el barça, a 2 puntos

Pero mientras esperamos la nueva maniobra política del club de Concha Espina en pos de la obtención de una nueva paletada de millones -se supone que ya con Mijatovic en otras latitudes-, el Barça se ha situado a sólo dos puntos de ese líder. Si para la cada día más prolija red mediática merengue, la Liga estaba sentenciada hace un mes, a falta aún de un tercio los azulgrana le echan el aliento en el cogote al séquito de Bernd Schuster, un entrenador que comienza a sentir el azote, mitad verdad mitad mentira, de que sus equipos se desinflan doblado enero.

Frank Rijkaard, a quien la no menos partidista prensa blaugrana le había señalado ya posible sustitutos y hasta una retahíla de futbolistas para el nuevo proyecto, sonríe al tiempo que ha recuperado a Messi, reintegrado a Ronaldinho y, sobre todo, aderezado su once con el gol de Eto'o, tan necesario como ausente por mor de las lesiones y de una Copa de África para los barcelonistas eterna.

Y como nada hay que elevarlo a la categoría de dogma de fe, ese Real Madrid-Barcelona que se anuncia ya en el Bernabéu como la cita decisiva por la Liga hasta podría quedarse en nada. No sería lo más lógico, pero antes han de disputarse diez jornadas ligueras, diez. Y viendo lo que ha ocurrido en sólo dos...

el sevilla, gemelo

Pero si la vida cambió para el Barcelona tras cierto empate en Nervión el 9 de febrero, una circunstancia casi idéntica ha vivido el Sevilla desde entonces. Ese 1-1 que otorgó un punto a cada uno -los eruditos dijeron que no servía a ninguno de los dos, como si los equipos sólo sumasen de tres en tres- también obró como punto de inflexión para un Sevilla triunfante desde entonces. Si los culés veían al Madrid a 8 puntos y hoy se hallan a sólo 2, el equipo de Manolo Jiménez se encontraba fuera de los puestos que otorgan un puesto al sol de Europa y a 8 puntos del Atlético de Madrid, el cuarto clasificado. Hoy es quinto y está ya a 2 puntos del decadente conjunto -¿o quizá habría que decir club?- rojiblanco, que aun con sus desmanes dormirá al menos una semana más en puesto de Champions.

Y es que este pequeño ínterin de febrero quizá sólo haya querido hacer justicia con los dos equipos que mejor fútbol practican en España en los últimos años, por mucho que a algunas goleadas esporádicas en partidos de escasa chicha las hayan alumbrado las mismas portadas que hoy se llenan de dudas similares a las que generó el a la postre ganador pragmatismo de Capello.

El cada día más vilipendiado Luis Aragonés, por excluir de su santoral a quien hoy es peor futbolista que Torres y que Villa, ya avisó hace más de una década que a él le gustaba que sus equipos llegaran bien colocados al último tercio, que es en el que se jugaban las cartas decisivas. Y, al igual que con la exclusión de Raúl, llevaba razón. La Liga suele finalizar en mayo o junio y ésta que nos alumbra es la de nunca acabar. Salvo para una caterva de insensatos.

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