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Liturgia de la combustión

  • Parte y parte, tras el episodio de Rami, han encauzado el gran duelo bajo la concordia para que el fuego de la rivalidad sea el justo.

La Agencia Estatal de Meteorología anuncia en su portal unos 25 grados centígrados para las cuatro de la tarde de hoy en Sevilla. Una temperatura agradable. Calorcito llevadero cuando se trata de finales de abril por estos pagos. Pero una historia es la temperatura que registran los sofisticados medidores y otra distinta es la que sentirán los jugadores sobre la hierba y los aficionados en el graderío. Porque un derbi siempre será un derbi. Una liturgia de la combustión. Fútbol a flor de piel. Sin tregua posible. Por los siglos de los siglos. Así fue en los 123 partidos oficiales que jalonan esta rivalidad.

De las plantillas actuales, quienes mejor lo saben son José Antonio Reyes y Joaquín Sánchez. Ambos vivieron su primer derbi de Primera -el portuense ya se inició en Segunda la temporada anterior- un 11 de noviembre de 2001. Ese día, tras un inicio de otoño que fue pura caricia, irrumpió en la ciudad una imponente ola de frío que pilló con el paso cambiado a muchos en Nervión. Pero ese viento gélido no evitó que se obrara, una vez más, la combustión. Los odiados vecinos se las volvían a ver en la máxima categoría tras su peregrinación de un año por Segunda. Fue un 0-0 insípido para el espectador neutral, el que soportó aterido de frío en el voladizo del Ramón Sánchez-Pizjuán el ordinario espectáculo. Pero el resto de aficionados, los que sintieron en rojo y los que lo hicieron en verde, entraron en combustión durante los noventaitantos minutos.

Desde ese bautismo de fuego en la máxima categoría, Reyes y Joaquín arden cada vez que hay derbi. Hoy serán los que más palmadas y consejos den a sus compañeros en esa tensa espera del vestuario. Por tablas, por experiencia. Y por vínculo. Ambos mamaron la proverbial rivalidad desde los potreros.

Si algún jugador de blanco distrae su mirada con lo que se anuncia para el próximo jueves en Lviv, Ucrania, ahí estará Reyes para recordarle lo que supone derrotar al Betis. Si algún futbolista rayado en verde y blanco insinúa que los deberes están hechos con la permanencia, ahí estará Joaquín para recordarle que derrotar al Sevilla siempre sabrá a nobilísima conquista por Heliópolis, aunque no esté en juego la liga particular, un puesto en Europa o la mera supervivencia. Honor. El más alto honor.

Todo está listo para que la liturgia de la combustión se escenifique de nuevo. Rami pudo elevar más de la cuenta los mercurios por su destemplanza ante unos aficionados en Instagram, pero la reacción posterior de unos y otros templó los ánimos y los mismos presidentes, José Castro y Ángel Haro, abanderaron una concordia que debe ser palabra sagrada hoy para los afortunados que asistan al espectáculo. No hace falta añadir más leña a la gran liturgia.

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