Breves pero contundentes las palabras que ofreció Manolo Jiménez minutos antes de que la expedición sevillista tomara anoche el avión que la trajo de regreso procedente de Bilbao. "Si en vez de haber jugado contra el Athletic, esta noche lo hubiéramos hecho contra el Barcelona, nos pintan la cara", manifestó el técnico sevillista, muy insatisfecho con la imagen ofrecida en San Mamés.

"No estuvimos a la altura, no dimos el nivel que tiene que dar un equipo como el Sevilla. No podemos crear tres ocasiones de gol, porque un equipo infinitamente inferior se impuso a las bravas", resumió Jiménez, quien, aun sin cuestionar la superioridad bilbaína en este envite, subrayó que la expulsión de Escudé condicionó una posible reaación sevillista en la segunda mitad: "Sin quitarle mérito alguno al Athletic, que se estuvo fajando con mucha intensidad durante los noventa minutos, en mi opinión hubo una jugada determinante, que fue la expulsión de Escudé. Un minuto antes, un futbolista del Athletic -Aduriz, concretamente- soltó la mano y ni siquiera vio la amarilla, mientras que la de Escudé fue roja. A ver si alguna vez terminamos un partido como visitantes con los once futbolistas en el campo".

Sin embargo, el técnico tampoco quiso excusarse en las numerosas bajas padecidas por el Sevilla en San Mamés -"no podemos achacar la derrota a las ausencias, porque somos un equipo de Champions"-, insistiendo en que, más bien, el resultado final respondió a motivos puramente futbolísticos: "Nos faltó estar más contundentes y ser más aguerridos en ciertas jugadas. El primer gol, por ejemplo, procede de la disputa de un balón en el que un jugador del Athletic entra con el pie por delante. El segundo, cuando ya estábamos en inferioridad, nos ha machacado", resumió Jiménez, cuyo rostro reflejaba su contrariedad por lo ocurrido.