Lagun aro | cajasol · la crónica

Made in San Pablo (47-56)

  • El Cajasol resucita en el descanso gracias a la defensa y logra virtualmente la permanencia a falta de 14 jornadas. Los sevillanos trabaron el encuentro para desesperación donostiarra

Corazón, garra, intensidad, fe… Esos valores llevan a la salvación, a la duodécima victoria, la que virtualmente sella la permanencia con ¡14! partidos por delante. Y esas virtudes, tan complicadas hilvanar en un grupo de jugadores en los que cada uno son de su padre y de su madre, condujeron a un triunfo tildado como imposible por muchos de los seguidores que presenciaron el choque en San Sebastián.

Made in San Pablo. Este equipo está trabajado en la factoría del pabellón hispalense día a día. Rinde por encima de sus posibilidades porque exprime al máximo sus recursos. Acabó con cinco puntos el primer cuarto en un deplorable espectáculo ofensivo. No podía hacerlo peor en el segundo y llegó a los 21 en el intermedio, camino del récord negativo de la ACB. Pero se reinventó. Bueno, mejor dicho, hizo lo que mejor sabe: defender a muerte y nunca tiró un encuentro que se convirtió en un martirio para un Lagun Aro que jamás pensaría en dejar escapar vivo a los sevillanos con el magro rendimiento de los dos primeros episodios. Y el espíritu combativo implantado por Plaza y su cuerpo técnico a la plantilla volteó una situación comprometida.

Preocupan, y mucho, los timoratos inicios de los partidos a domicilio de los cajistas, también de algunos caseros. La sensación de insolvencia ofensiva se hizo más patente, si se puede, ayer. El coso taurino fue testigo de un lamentable comienzo del Cajasol, preocupado por meter balones a Rey sin fruto, en darle la bola a un negado Savanovic y en jugarse triples sin ton ni son de un Ellis irreconocible.

El Lagun Aro, instalado en una patente crisis de resultados, apreció el regalo y cubrió el expediente en los dos primeros parciales anotando algo, aunque muy lejos de los cerca de 80 puntos que promediaba hace poco.

29-21 dictaba el marcador en el intermedio, muestra de la debilidad atacante de los dos bandos. El Cajasol, hasta entonces fuera de onda, se adueñó del ritmo, esa condición tan vital para dominar los encuentros. En otras palabras, le afeó el partido a los donostiarras, a quienes les temblaron las piernas cuando vieron acercarse, lento, a paso de costalero, a su paupérrimo adversario en los primeros 20 minutos. Triguero y Miso fueron los únicos salvables del equipo hasta el bocinazo del intermedio.

Después, llegó míster Kirksay, el hombre que saca de quicio a todos con sus rebotes continuos, muchos de ellos punteados hacia arriba, y con su incordio para robar. Hasta 16 bolas capturó en los más de 38 minutos que disputó, sin que Panko, cuando hizo de alero, o Hopkins, al colocarse de ala-pívot, pudieran con él. Una zona 2-3 de Plaza y que al fin entrara algún triple (1/11 al descanso) desencadenaron la reacción sevillana, con Triguero molido zafándose por dentro y Calloway y Ellis encestando, Dios gracias, dos triples para igualar a 34.

Partido nuevo. Tras el 1-2 inicial, el Cajasol siempre vio de abajo arriba al Lagun Aro. Los donostiarras, contagiados por el juego lento y tosco, empezaron a no ver aro, por mucho que un palmeo de Panko en el minuto 34 colocara el 40-35 (leen bien) en el luminoso. Kirksay se encargó con un triple de devolver la emoción y de nuevo la zona 2-3 aguó la fiesta a Laso y sus chicos. Desde ahí, un parcial de 2-7, con una contra de Satoransky, una canasta sin aprovechar el adicional de Triguero y un triple de Miso, rompió en dos al Lagun Aro; lo desarboló; lo hizo añicos.

Ya la grada no miraba a los árbitros para quejarse, sino a Laso por sus decisiones. El Cajasol, en un partido horroroso, tiró de corazón para ganar un partido imposible. Defensa y garra: Made in San Pablo.

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