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Miedo y un guiño en el marcador

  • El Sevilla sale vivo de su visita a Do Dragao después de pasarlo mal ante un Oporto que lo superó y vuelve con la ilusión de remontar en Nervión para llegar a semifinales Beto fue el mejor y la suerte sonrió

Árbitro: Wolfgang Stark (alemán). Su asistente se lavó las manos en un saque de puerta que él convirtió en córner del Oporto y que derivó en el 1-0 en la siguiente jugada.

tarjetas: Roja Fernando (87').Amarillas Alberto Moreno (15'), Jackson Martínez (42'), Reyes (68'), Fernando (87' y 87').

goles: 1-0 (31') Mangala remata en plancha un pase de Quaresma desde la izquierda.

momentos clave 75' Gameiro no acierta solo ante Fabiano.

incidencias: Partido de ida de los cuartos de final de la Liga Europa disputado en el estadio Do Dragao ante 31.122 espectadores, entre ellos 1.600 sevillistas. El Sevilla vistió completamente de rojo. Terreno de juego en perfectas condiciones y noche fresca.

Miedo y un guiño en el marcador

 El Sevilla sale vivo de su visita a Do Dragao después de pasarlo mal ante un Oporto que lo superó y vuelve con la ilusión de remontar en Nervión para llegar a semifinales  Beto fue el mejor y la suerte sonrió

El Sevilla salió ileso de su paso por el temido estadio Do Dragao y eso es lo que celebran hoy esos sevillistas que sueñan con jugar una semifinal europea que se le ha puesto a los de Emery al alcance de la mano si es capaz de vencer a un buen equipo como el Oporto al calor del Sánchez-Pizjuán. Ahí saben hacer las cosas bien los nervionenses, que con el resultado con que abandonó la desembocadura del Duero pueden albergar esperanzas de seguir soñando en una competición que ya dio mucha gloria a este club.

El Sevilla perdió, pero lo hizo con un resultado corto, que se puede considerar hasta amable con los méritos adquiridos por el once de Emery y por cómo se dio la noche, en la que la fortuna se alió con Beto en dos balones que repelió el poste. El guardameta, que volvió a la que fue su casa tres años, fue el mejor del Sevilla y eso no es bueno para un equipo que aspira a cosas grandes. Ni Rakitic, muy desganado, ni el esperado Marko Marin ni mucho menos un Gameiro que tuvo el empate en sus botas dieron la talla en Oporto.

Y el 1-0 puede considerarse bueno también por la imagen que quiso dar el equipo de Emery, que nunca tuvo conexión en las líneas y que dejó muchísimo espacio entre el centro del campo y los dos delanteros, un hueco precioso que aprovechó Fernando para hacer jugar al Oporto a sus anchas y para que Quaresma metiera miedo una y otra vez con centros y disparos.

El Oporto asustaba y el Sevilla salió asustado. Emery mandaba a Carriço, la gran incógnita durante la semana y todavía en el desplazamiento, a ocupar un puesto en un centro del campo para contrarrestar la fuerza inicial del equipo portugués, un once en el que impera lo físico. Ése era el plan, meter acero con Iborra. Eso era para Emery la mejor manera de dar vía libre al talento del cuarteto de ataque, pero a Rakitic, a Reyes, a Bacca... les costaba mucho aparecer porque al Sevilla le costaba mucho salir. Con posesiones largas y Fernando con mucho campo para distribuir porque el 4-4-2 nervionense carecía de escalonamientos, el Oporto fue gradualmente encontrando la profundidad que al principio no tuvo. Sólo una galopada de Reyes aislada y sin acompañamiento hasta el área y una falta botada por Rakitic habían sido los pocos argumentos del once de Emery, que se afanaba por posicionarse atrás y juntarse ante las embestidas de los portugueses.

Pero vivir así es vivir muy al filo, vivir al límite y expuesto a perder el equilibrio al primer resbalón propio o, como pasó, en una acción mal arbitrada después de media hora triste en ataque, pero más o menos controlada en defensa. Un rebote de un jugador del Oporto se fue por la línea de fondo, el alemán Stark miró a su asistente y, éste, que no había visto nada, se lavó las manos. Señaló córner ante las protestas de los sevillistas y en la segunda jugada, una falta de Reyes muy mal defendida por el Sevilla que terminaría en un pase genial de Quaresma con el exterior, la remató llegando como un tren de mercancías Mangala.

El 1-0 animó más todavía al Oporto ante un equipo aplomado, con doble pivote que no encontraba el sitio muy aculado atrás y una defensa que echaba de menos a Fazio. Y es que el argentino en determinados balones es un hombre que empuja al equipo hacia delante saliendo por unos balones aéreos que ayer debían pelear Carriço y, sobre todo, Iborra. Y la consecuencia era que esos metros más atrás en los que se posicionaban los medio centros eran luego metros que había que recorrer arriba. Marko Marin tampoco estaba ayudando mucho y Alberto Moreno iba con el freno de mano echado por la tarjeta que vio al cuarto de hora. Fue entonces cuando el Oporto asustó de verdad. Obligó a lucirse a Beto en dos zapatazos y Defour estrellaba otro en el poste.

Emery buscó algo más de movimiento con Diogo Figueiras y Gameiro, pero el Sevilla seguía con las líneas muy separadas. La jugada era que Rakitic, prácticamente un espectador toda la noche, entrara más en contacto con el balón desde atrás y así tuvo el cuadro nervionense la oportunidad de empatar, pero el delantero francés, un hombre que lleva tiempo en una dinámica en la que necesita muchas, demasiadas, ocasiones para marcar, volvió a fallar. El rebote de Fabiano a un pelotazo de Bacca le cayó a la pierna izquierda, y con el portero rival casi batido no logró embocar el tiro entre los tres palos.

Pero, inesperadamente, al once de Emery se le pusieron las cosas con un poquito de azúcar con la expulsión del mejor jugador del Oporto, Fernando, que vio dos tarjetas amarillas en una misma jugada, pero entre que quedaba poco tiempo y que Rakitic no tiró de verdad del equipo, todo se quedó en una derrota por la mínima que ni a balón parado pudo evitar el suizo-croata en un partido muy gris por su parte. El que sí estuvo cerca de aumentar su ventaja fue el Oporto con un par de faltas en las que la figura de Quaresma hizo tragar saliva a los sevillistas, con un balón incluso, la segunda vez ya a lo largo de la noche, estrellado en el poste derecho de la portería bien defendida por Beto, ayer el héroe blanco.

La vuelta es ahora favorable a las aspiraciones sevillistas con un resultado que no es sino un guiño para los de Emery. Hay que remontar y nunca se pueden celebrar las derrotas, pero el formato de esta competición dice que aún quedan noventa minutos por jugar y que se van a disputar en el Sánchez-Pizjuán. Ya se encargará el club de convocar a la afición como la ocasión lo merece para convertir Nervión en la caldera que fue en otras citas que entraron en la historia. Es una derrota, sí, pero ahora le toca a los sevillistas meter miedo...

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