Valencia| sevilla · la previa

Necesario y más que obligatorio

  • Ocasión Ganar es el primer mandamiento para el Sevilla en su visita a un Valencia en plena 'mascletá' Primera final La cita en Mestalla abre un abanico de duelos decisivos para el futuro de la entidad frente Atlético, Real Madrid y Villarreal

Cualquiera lo diría. El sevillismo duda entre luchar con su propia identidad o rebelarse contra ella, pero simplemente lo que logra es hacerse un lío cuando se hace determinadas preguntas. ¿Hacia dónde vamos? ¿De dónde venimos? El sevillismo quiere ser conformista y en teoría se basta con luchar por la Champions, a la que casi alargando el brazo alcanza, pero tampoco olvida que la temporada pasada rozaba la gloria y le pedía la luna -la Liga- a su equipo porque además estaba en condiciones de pedírsela.

Hasta el presidente en sus arengas cae en estas crisis de identidad. "Yo entiendo que el aficionado esté descontento por que el equipo no tiene el nivel de la campaña pasada. Correcto, pero...". Forma parte lo anterior del discurso que el pasado jueves protagonizó José María del Nido en defensa de su entrenador, un Manolo Jiménez puesto en la picota gane o pierda, hable o calle, haga cambios o no los haga. Es difícil explicar a día de hoy cómo y hacia dónde se mueve el sevillismo, aunque lo que sí parece claro es que salir derrotado esta noche de Mestalla puede provocar otra convulsión como la que originó la eliminación de la Champions a manos del Fenerbahçe, que todavía escuece en los asientos del Sánchez-Pizjuán.

El Sevilla tiene el objetivo más cerca, a dos puntos, y es por ello por lo que no debe fallar hoy. Si lo logra habrá entrado con buen pie en un periodo que, irremediablemente, va a marcar el futuro de la entidad. Si a Jiménez tanto gusta de llamar "finales" a este tipo de partidos, al Sevilla le esperan encuentros decisivos para alentar esta aspiración que es ya de obligado cumplimiento para satisfacer las necesidades de la entidad en todos sus estamentos. El consejo de administración lo necesita para cuadrar presupuestos y mantener vivo el sueño de hacer del Sánchez-Pizjuán un estadio cinco estrellas, la afición porque le han hecho pagar para exigirlo y porque se ha acostumbrado, la plantilla porque lo pone como condición en muchos casos para sentarse a hablar de la posibilidad de no huir, el entrenador porque un día lo van a matar por la calle...

Todo lo que no sea ganar puede acabar siendo fatal para un Sevilla que tras esta cita va a medir sus fuerzas con rivales directos y bien colocados arriba. Tanto si la madrugada del Domingo de Ramos el Sevilla duerme en puestos Champions como si no, el partido del próximo sábado ante el Atlético de Madrid puede marcar la temporada y después le queda a la plebe de Jiménez el Real Madrid en el Bernabéu y el Villarreal, como los colchoneros, en Nervión.

Y la duda asalta a los que acompañan al Sevilla en si la imagen del equipo esta noche en la pradera valencianista será la de Montjuïc o la de Riazor, las dos últimas comparecencias de este Sevilla como visitante. Ante el Espanyol, con un rival que puede equipararse al Valencia por aspiraciones aunque no por presupuesto, dio el do de pecho, pero frente al Deportivo cantó la gallina y el aficionado no está muy dispuesto a seguir aguantando eso una vez que el sorteo de la Champions ya se ha celebrado y el gusanillo no lo ha sentido en el estómago. Es verdad que ahora ya no hay razones para cuidar las fuerzas de determinados futbolistas. Si algo positivo hay que buscar en que el Sevilla está sólo en una competición hay que entender que Jiménez debe hacer ver a los suyos que ya no pueden guardarse ni un solo soplo de aire en cada carrera. Pero eso hay que demostrarlo en el campo y la ocasión puede que sea hasta buena porque en el Valencia, mientras la ciudad vive su semana grande de Fallas, se asiste a la traca interna de lo que puede significar la dimisión de un presidente. En la plaza del Ayuntamiento se suceden las mascletás, aunque el Sevilla ha aislado a su gente en las afueras, en La Calderona, para que las horas previas al choque -que serán muchas por aquello de la intervención de La Sexta- sean más tranquilas.

En lo estrictamente deportivo, Jiménez ha podido recuperar a tiempo a Escudé pero no a Dragutinovic, por lo que el francés ocupará pareja de centrales con Mosquera como foco de atención ante ese mal endémico que en el Sevilla ya no sabe cómo solucionar: los balones aéreos. Palop pondrá su granito de arena a la hora animar a sus compañeros de fatiga porque andará crecido ya que nunca ha recibido un gol del Valencia desde que salió de aquí, aunque también es verdad que este equipo, siempre, aunque luego supere en el número de goles a favor, recoge alguno de sus redes. Que no sean más de uno.

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