Betis | valencia · la crónica

Pasó de ridículo a digno

  • Cambio El equipo bético maquilló su imagen tras el descanso, pero desaprovechó la superioridad numérica

El Betis cayó prácticamente de la Copa en los albores de los octavos, sufriendo de forma ridícula con un equipo tan experimental como inocuo para dignificar su rol en la segunda parte y desaprovechar más tarde de forma absurda la superioridad numérica que disfrutaba por la expulsión de Arizmendi. A los doce minutos ya perdía por dos a cero y con dos calcos de Joaquín, ambos de cabeza al sobrevolar por el inoperante sistema defensivo bético. Tras el descanso acortó Pavone, se autoexpulsó Arizmendi y por Heliópolis sobrevoló la posibilidad de arreglar la noche, pero Somoza se encargaría de devolver la igualdad numérica también autoexpulsándose.

Anoche se vio en Heliópolis una de las caras más sonrojantes de este Betis. Chaparro, a la fuerza ahorcan, se vio obligado a tirar de banquillo y si los titulares son como son, pues no hay que pensar mucho para imaginarse cómo serán los alternativos. Hubo de alinear a una defensa que si en teoría no inspiraba confianza alguna, a la hora de la verdad sólo hizo recalcar lo que se temía.

Y si el sistema defensivo era un coladero por el costado de Toni y una verbena por el centro -hasta tres veces Joaquín, que no es Santillana, cabeceó a placer en el primer tiempo-, la actuación de Somoza merece un toque de atención definitivo a los que manejan la barca. El argentino no hace nada a derechas, pero su actuación en ese tiempo en que el Valencia desarbolaba al Betis no era más que el aperitivo de la faena que en la segunda parte iba a hacerle a su causa.

Era un escarnio el Betis en el primer tiempo, un juguete a pies de un superior. Veíamos un monólogo valencianista y la sombra de una goleada infamante revoloteó la vertical de Heliópolis mientras el Betis veía el balón a distancia, sin llegar nunca, con Rodri yendo a todas sin alcanzar ninguna y con Somoza yendo tarde y mal a lo que iba, que no era mucho. Se jugaba, claro, en campo bético y las ocasiones se sucedían.

Hasta el minuto 34 no apuraría el Betis a Hildebrand, espectador del pleito desde posición privilegiada. Sería Pavone el que haría despeinarse al gigantesco portero alemán. Ahí se quedó toda la producción atacante del Betis mientras los tiros de los valencianistas silueteaban el portal de Casto. Se veía venir una noche toledana, pero en el descanso hizo Chaparro un par de cambios y todo cambió para bien de su tropa.

Se quedaron fuera los chavales Toni y Rodri para que participasen de la cosa Damià y Juande. Sin duda se sumaría a los relevos el fervorín que el racial técnico trianero le daría a su gente y la verdad es que todo giró ciento ochenta grados para bien.

A los dos minutos, un gol para la esperanza y a los seis, el Valencia se queda en inferioridad por expulsión de Arizmendi. se acaricia la remontada, Caffa hace daño por su lado y Chaparro mete a Sobis en escena, pero en vez de blindar al tarjeteado Somoza suple a Fernando. Y Somoza se autoexpulsa en una entrada sin ton ni son en campo contrario, con lo que las fuerzas vuelven a ser como antes y la esperanza va difuminándose tal y como avanzan las manecillas del reloj del tiempo.

A veinte minutos del final, el Betis se descorazona al perder esa superioridad que le iba dando alas. Caffa se fabrica la ocasión de devolver las tablas al electrónico, pero Hildebrand sale muy decidido y desbarata la última oportunidad que el Betis tiene de ir a Valencia con ciertas esperanzas. Pudo ser peor, la noche no rompió en escarnio absoluto y el Betis pasó en lo que dura un intermedio de lo ridículo a lo digno, a lo muy digno si tenemos en cuenta con lo que Paco Chaparro tenía anoche a su disposición.

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