Tenis l Abierto de Australia

Triste adiós a las puertas de la final

  • Nadal cae de forma clara en tres sets ante Tsonga, quien reconoció estar sorprendido por su nivel de juego

Jo-Wilfried Tsonga arrasó con cualquier atisbo de esperanza de Rafa Nadal, sobre el que pasó por encima en su camino hacia la final del Abierto de Australia por un claro y contundente 6-2, 6-3 y 6-2. "Es increíble, espeluznante. No sé qué decir, jugué increíble. Sencillamente estoy feliz", dijo el número 38 del ranking mundial.

"Tsonga Tsunami", rezaba un cartel sostenido por fans del tenista galo en las gradas del Rod Laver Arena. Buen resumen de lo que vivió el balear: un tsunami de tenis se devoró su juego, en una de las derrotas más frustrantes de su carrera. Nadal, que había ganado hasta entonces sus cinco semifinales anteriores de algún Grand Slam, no tuvo respuestas ante un rival dueño de un tenis de fuerza. Recordará seguramente el mallorquín este partido toda su vida, porque después de tener un cuadro más que asequible no pudo alcanzar la final de este grande, todo por culpa de un jugador que lo sacó de quicio y no le proporcionó el ritmo que necesita.

El primer set voló en apenas 32 minutos, y su último punto fue una buena síntesis del parcial y del partido: saque de Nadal a 194 kilómetros por hora que Tsonga devuelve como si nada y en su siguiente encuentro con la pelota lanza un paralelo que deja a su rival inmóvil, desbordado y asombrado. Tsonga comenzó la segunda manga bajo el mismo guión, mientras que el manacori gritaba a sí mismo buscando la motivación suficiente para no ahogarse ante el tsunami Tsonga, que parecía tocado por los dioses.

Al final del set Nadal volvió a perder su saque y el francés se puso con 5-3 para ganar después con un juego en blanco (con dos aces a 202 kilómetros por hora, uno, y a 221, otro) una manga que casi sentenciaba el duelo. El público deliraba, y el cartel de estadísticas parecía hacerlo también. ¿Podía ser cierto que Tsonga llevara 22 golpes ganadores contra dos de Nadal? Era cierto, tanto como que ya no había esperanza para el español y que Tsonga no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de su vida.

Nadal dispuso de tres breaks en el segundo juego de la última manga, pero Tsonga los salvó todos. El español cerró los ojos y estiró el cuello hacia atrás: acababa de perder una gran oportunidad y el partido, de ahí al final, discurrió por las cauces que había seguido hasta entonces.

El broche de oro fue otro aces con el que el francés certificaba su pase a la final. Con su rival enfilando hacia su silla, el francés, entonces sí, comenzó a saltar. "Nadal jugó a un nivel muy alto, lo que me sorprendió fue mi juego, me moví como nunca. Es la primera vez que juego a este nivel" -explicó Tsonga- y Nadal fue quien tuvo que sufrirlo.

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