Betis e. Plus

Vigor, ambición y equipo

  • El Betis se enfrenta al Andorra en el último choque de la primera vuelta con la idea de repetir el juego que le ha proporcionado las últimas tres victorias consecutivas.

Vigor, ambición y equipo

Vigor, ambición y equipo

Llega el final de la primera vuelta en la Liga Endesa y el Betis Energía Plus, prácticamente desahuciado hace poco más de un mes y medio, en el fondo del hoyo de la clasificación después de que encajara siete derrotas en diez jornadas, se encuentra vivo y coleando en la mitad de la tabla y, atento, con posibilidades de clasificarse para la disputa de la Copa del Rey, la que juegan los ocho primeros posicionados en la Liga Endesa.

Las posibilidades, remotas, sí, pero posibilidades, pasan por un milagro de esos que alumbran una vez de cada cien. No es que sea imposible ganarle al Andorra por casi 40 puntos (condición inexcusable para superar al conjunto andorrano). No es así. Lo que sucede es que tal caso no sólo sería estadísticamente hablando un error sino que, dadas las circunstancias, lo importante hoy es sencillamente ganar.

Decirlo así podría sonar conformista. Es posible. Lo único que pretende esta previa del partido de la decimoséptima jornada liguera es seguir con coherencia los dictados del proyecto de baloncesto en la presente temporada. Y, eso sí, también sus circunstancias.

Nadie, desde el presidente hasta el entrenador, pasando por el director deportivo del club, afirmó que alguno de los objetivos del club para esta temporada de refundación tardía y confección de aquella manera pasaba por clasificarse para la Copa del Rey o acaso ganarla. Nadie lo refirió. Desde el comienzo, y no puede negársele claridad, Tabak afirmó como horizonte la docena de jornadas ganadas. 12 triunfos.

Si a la citada directriz se une el desgraciado arranque de la temporada, con las consecutivas lesiones de Marc García, Chery, Radicevic, Lorbek y de nuevo Chery, unido a la repentina huida del pívot titular, Zoric, la conclusión es que, verdaderamente, lo único que importa en Andorra es, en efecto, ganar. Como si se gana por un solo punto.

De esas 12 victorias proyectadas el equipo cuenta ya siete en los estertores de esta medianera de la competición. Cuatro han ocurrido en los últimos cinco encuentros, causa de un cambio sustancial sucedido en el seno de la plantilla.

Las razones son varias. La llegada del nuevo pívot, Rasid Mahalbasic, ha sido decisiva. El cinco austriaco, el cinco clásico de toda la vida, posee movimientos interesantes, anota y rebotea con poderío y culea de un modo en la pintura rival que los pívots contrarios, si no disponen de ayudas, se limitan a contemplar cómo el verdiblanco posa el balón mansamente sobre la cesta. La batalla por el dominio de la pintura con Shermadini, uno de los interiores más destacados de la ACB, promete alta tensión, competitividad en la cima.

Al factor de la llegada del internacional austriaco han de agregarse otros. Para empezar, la plantilla se encuentra al completo. Tanto es así que gente como Cate, Marc García o Tomeu, los niños, ni siquiera huelen en las últimas fechas el parqué. Están todos. Y todos aportan como un grupo coral adiestrado por una batuta casi perfecta.

La pasada semana, frente a Unicaja, la sinfonía fue plena. Y en ello tuvieron mucho que ver cada uno de los movimientos que cada peón del tablero aportó en los segundos que permanecieron en la cancha. Si ante el Madrid fueron Lockett o Radicevic los encargados de soltarse, contra el Bilbao les tocó el turno a Stojanovski y Alfonso Sánchez, mientras que, frente al Unicaja, las ató Triguero. En cada choque hubo alguien enchufado. Y el reparto de puntos en ataque, en las mencionadas tres victorias seguidas con las que nadie soñó, ha derivado en una equidad casi medida.

El aspecto mental está también presente. Nadie puede negar que, conforme han ido llegando los triunfos -fruto del tesón y del carácter muchos de ellos-, los jugadores han comenzado a tener fe en sí mismos y en quienes los rodean diariamente en cada entrenamiento. El mismo Zan Tabak se encarga de recordarlo. Desde que la plantilla está completa (sin lesiones e incluido el pívot titular), hace cinco jornadas, el equipo no ha dejado de mejorar. Jugar cada vez mejor. Cometer menos errores, evolucionar, crecer... En eso consiste el sueño (y la satisfacción) de todo entrenador. Así lleva haciéndolo el Caja desde aquel triunfo en Badalona, el inicio del resurgimiento hace cinco jornadas. Desde entonces el expediente no ha dejado de lucir más y más. Hasta hoy.

La palanca de Arquímedes, ésa con la que mover el mundo, se encuentra hoy en Andorra, más lejos que la otra punta del mapa de la península. Frío invernal, mucho frío, nada que ver con lo que se verá en la cancha del Polideportivo Municipal andorrano. El equipo fronterizo cuenta con un caluroso ambiente en su feudo, entorno que han aprovechado para ser uno de los equipos más fiables en casa con pleno de victorias. Siete de siete. Y por allí han pasado ya, besando la lona uno detrás de otro, Gran Canaria, Bilbao, Barcelona, Unicaja...

La suerte no es dable reseñarla. Su entrenador, Joan Peñarroya, ha construido un equipo anotador (cuarto mejor de la ACB), fuerte, fajador, tendente al intercambio de golpes (es el peor equipo en defensa de los 17 que conforman la competición) y que es capaz de ganar a cualquiera. Y más en casa. El Betis no puede caer en la trampa del golpe a golpe.

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