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Vuelve el gran Sevilla

  • La afición enloquece en un recibimiento histórico al equipo que reverdece los momentos inolvidables entre 2006 y 2010 B'Mia, Monchi, Rakitic... aclamados en mitad de la euforia

Hace dos meses era impensable la alegría que hoy recorre junto a glóbulos blancos y rojos las venas de todo aquel que se siente en un rinconcito de la afición sevillista. Lo demostró la hinchada en el recibimiento al equipo en el aeropuerto de San Pablo a altas horas de la madrugada, desde unas horas antes en la Puerta de Jerez y también en los aledaños del Ramón Sánchez-Pizjuán, donde la expedición también recibió un baño de masas -cerca de 5.000 almas- cuando los jugadores acudían a recoger sus coches particulares coronados como héroes tras la gesta en el estadio del Valencia.

M'Bia era el futbolista más aclamado y el camerunés, en su salsa como en el estadio del Betis cuando protagonizó uno de sus particulares bailes y en Mestalla al acabar el encuentro unas horas antes, recreó todo su repertorio para delicia de la enfervorecida hinchada. Rakitic oía gritos de "¡quédate!", Monchi era aclamado como en sus mejores tiempos y Emery sonreía mientras la afición coreaba su nombre. También el de un goleador como Bacca... Coke, como en el vuelo de regreso, ejercía de maestro de ceremonias en cuanto a gritos, cánticos y bromas. Es fácil interactuar con el vallecano, el jugador que podrá contar a sus nietos que él fue quien hizo el saque de banda en el gol de M'Bia, y los enlocequecidos seguidores disfrutaban de lo lindo.

Todo era situaciones ya vividas, conocidas. Pero es que el sevillismo vivía unas sensaciones ya familiares. Bien es cierto que nada que ver con cómo celebró la entrada en la última final, esta vez nacional, en la Copa del Rey de 2010. El Sevilla de Manolo Jiménez eliminó -sufriendo como en Valencia- al Getafe de Míchel, pero en aquella ocasión, quizá por no ir nunca detrás en el marcador, no se produjo la explosión de júbilo que hizo posible el cabezazo de M'Bia en el minuto 94 de partido cuando el 3-0 dejaba al Sevilla fuera de Turín. Antes bien, la afición parecía enfadada.

Lo de Mestalla, lo del jueves por la noche, quizá pueda ser equiparable a la euforia que provocó el gol de Puerta para meter al Sevilla en la historia, en la primera final, Eindhoven, de la era reciente. Era Feria. Ahora es preferia, con más días aún de farolillos para celebrarlo. Las demás finales no produjeron la sensación que la afición tiene ahora porque ya se fueron sucediendo dentro de una espiral de acontecimientos que dejaron de ser noticia. Salteados entre la mayor tragedia vivida en este club con el fallecimiento del jugador que abrió la puerta de la historia, el Sevilla se fue metiendo en finales y ganándolas como quien no quiere la cosa: Mónaco, el Santiago Bernabéu, Glasgow, otra vez el Bernabéu, el Nou Camp en el título más reciente, la Copa del Rey ante el Atlético...

El fin de esos días hizo que el sevillismo hiciera esta vez como el Ave Fénix, y que su explosión resonara como una traca valenciana. Había ganas de celebrar y hay ganas de volver a recordar momentos inolvidables de un grupo que alzó cinco títulos en quince meses, seis sumando el de algunos años después en Barcelona.

La ilusión no se puede frenar ahora. Si más de 5.000 sevillistas devoraron kilómetros hasta Valencia en el mayor desplazamiento después de las finales, la cita dentro de dos semanas en Turín es la oportunidad para muchas familias sevillistas de volver a vivir un momento histórico. El sevillismo recobra su grandeza. Y Turín es su próximo objetivo.

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