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Sin alma ni armas ni argumentos

  • El equipo bético cae con estrépito frente a un Baskonia liderado por Shengelia que no dio opciones

  • Los verdiblancos no apretaron lo suficiente en defensa y el duelo quedó sentenciado en la primera parte

El pívot del Betis Vladimir Golubovic es encerarrado por Diop y Timma.

El pívot del Betis Vladimir Golubovic es encerarrado por Diop y Timma. / fotos: i. martín / acb photo

El Betis Energía Plus sucumbió en su visita al Fernando Buesa Arena ante un Baskonia que, en la búsqueda de afianzar la plaza para la Copa del Rey, no dio opción a la sorpresa. Nadie en el Betis supo cómo frenar el vendaval Shengelia, cuyos 10 puntos en el primer cuarto ya anticiparon el recital baskonista. El duelo, que contó con un Betis sin alma ni armas de argumentos, quedó prácticamente sentenciado en la primera mitad.

Shengelia y Janning llevaron el peso ofensivo del equipo baskonista en el primer cuarto. Suyos fueron 18 de los 21 puntos en ese periodo de su equipo, que ejerció un autoritario dominio a partir del minuto cinco del encuentro. Un triple de Shengelia empataba a siete el resultado que, antes -había que frotarse los ojos- había sido bético: un triple de Franch y sendas canastas de Anosike y de Kelly habían adelantado al Betis (2-7) con poco más de tres minutos disputados.

El segundo tiempo no tuvo historia tras el recital del Baskonia en el primero (46-22)

Pero el Baskonia no quería sorpresas en una jornada en la que estaba en su mano asegurar la clasificación para la Copa del Rey. En ésas apareció Shengelia. El ala-pívot georgiano, marcado por Kelly en defensa, anotaba desde todas las distancias y con todos los colores de la paleta: desde la media distancia, desde el poste bajo, mediante una penetración, con tiros libres y con un triple liberado que sorprendió a Kelly lejos, ayudando a sus compañeros en la pintura.

Ver al Baskonia en el parqué comenzaba a ser un espectáculo para los ojos. Los espectadores iniciaban el trance estético al que acostumbra la táctica del entrenador baskonista, Pedro Martínez, quien usa las canchas como un tablero de ajedrez. Dispuestos sus hombres con un ejemplar orden, el concierto vitoriano era un hecho. El jaque mate, pese a no haberse sobrepasado los diez primeros minutos, estaba al caer. Se adivinaba con cada movimiento, ya fuera la atención en la canasta verdiblanca como en el aro del Baskonia.

El mejor ejemplo de ese funcionamiento preciso, que semejaba una ajustada cadena de montaje, se produjo en la última canasta del primer cuarto: restaban 15 segundos y el conjunto local preparó un desmarque de Beaubois desde la línea de tres cuando los béticos esperaban otros destinos para la pelota. El base baskonista, sin nadie encimándolo, no falló la canasta que elevaba a nueve puntos la diferencia local al término del primer parcial (21-12).

El francés, el único con puntos en su equipo aparte de los citados Shengelia y Janning en ese periodo, tomó el relevo anotador en el segundo cuarto, lapso de tiempo en el que los banquillos habían salido a la acción. Siete puntos seguidos de Beaubois aumentaron a 17 la ventaja local. El Baskonia ya se relamía por una sangría que no daba visos de cortarse (33-16 en el minuto 15).

Aunque la entrada de jugadores como Golubovic, Alfonso Sánchez o McGrath anticipaban que el Betis imprimiría más fuerza en defensa, el marcador seguía ahuecándose a favor de los vitorianos, sin prisa pero sin pausa. A la aportación de Timma -por fin después de 15 minutos errados- se unían las de Poirier y Granger, que se ocuparon de que la alegría baskonista no decayera un ápice.

Mientras, en la otra parte de la cancha, la puntuación bética estaba congelada en el punto 16, anotado por Schilb en el minuto 14 (24-16). Desde entonces, hasta el penúltimo minuto del segundo parcial, el equipo cajista se había quedado clavado. Anosike, restando sólo un minuto y algunos segundos para el término del segundo cuarto, anotó dos puntos ya simbólicos para poner el 43-18.

La primera mitad concluía con una nueva canasta de Anosike que pretendía contestar a un triple de Janning y un canasta de Granger. Dos puntos del Betis por cada cinco del Baskonia. La cuenta estaba hecha -46-22- y el encuentro, sentenciado.

La segunda mitad no tuvo historia. Él técnico bético, Óscar Quintana, mandó apretar la mandíbula a los suyos en el tercer cuarto como quizá debería haber ordenado desde el principio. El acierto baskonista, con un Timma despertado y un Jones venido arriba, frustró las pocas esperanzas béticas que conservaba el equipo bético entonces.

El partido se agotaba equilibrado. Al final, que duró un cuarto y medio, llegó el instante de los números individuales. Los jugadores atendían únicamente a sus estadísticas. No había partido. Ni el Baskonia, que cumplió su objetivo en la primera mitad y cansado por la disputa del tercer choque semanal, ni el Betis, incapaz de poner en apuros a los vitorianos, cambiaron ya el signo del partido.

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