betis E. Plus-Baskonia

Cuarenta minutos de duelo (60-94)

  • Segunda derrota consecutiva en casa del Betis, impotente contra un Baskonia casi a medio gas. Los de Tabak, sin alma, caen con estrépito.

Un lance del Betis Energía Plus-Baskonia.

Un lance del Betis Energía Plus-Baskonia. / M. J. López

No hay imagen más icónica de la abultada derrota del Betis Energía Plus ante el Baskonia que el minuto de silencio guardado en memoria de los fallecidos en el avión del Chapecoense. Fue una premonición. El equipo de Zan Tabak, completamente desbaratado desde la punta del dedo hasta el tuétano de la médula, provocó no uno sino casi cuarenta minutos de silencio en San Pablo, cuyos aficionados eran incapaces de responder de diferente modo a lo que transmitía la cancha: desconcierto, abatimiento, moribundia, caos... El silencio. En un partido como el del mediodía de ayer resulta inútil detenerse en el análisis de la estadística o en la reflexión de una hipotética jugada clave. El equipo no estuvo. Pese a los ánimos desde el banquillo local que lanzaba Chery -vestido completamente de negro para la ocasión-, en los asientos de los jugadores béticos seguían vacante su sitio y el de un pívot. Pero si sólo fuera eso...

No hay excusas. Por mucho que el Baskonia sea un equipo de Euroliga, por mucho que pesen las ausencias, no puede comprenderse cómo en apenas cinco minutos de partido la anotación cajista se redujera a un tiro libre anotado por Nachbar. En cambio, el equipo vitoriano sumaba a esas alturas 15, arengado por un infalible Beaubois y por una falta antipodeportiva de Alfonso Sánchez. En ese instante, Tabak solicitó un tiempo muerto que representaba la defunción de un equipo desalmado. A la puntuación al término del primer cuarto (12-29) le sobró elocuencia.

Una segunda imagen icónica sucedió al finalizar el partido. Los bochornosos cuarenta minutos del equipo bético, la segunda derrota consecutiva en casa -después del estrépito contra el UCAM Murcia de hace dos semanas-, propiciaron un curiosa imagen en el centro del parqué tras el último pitido. Se trataba de Radicevic. El base serbio, restablecido de sus problemas físicos, prácticamente en plenitud, miraba en solitario al público mientras se dirigía a los vestuarios. Rezagado de sus compañeros, con lágrimas en los ojos, arrastrando las piernas, buscaba Dios sabe qué entre esos aficionados que lo han visto crecer, desde el adolescente que llegó a la juventud que ya gasta.

El uno bético, discreto durante los tres primeros cuartos, se rehízo en el periodo final con una retahíla de tres triples y cediendo dos asistencias al castigado Triguero. Claro que, para los de Sito Alonso, después de haber tenido reciente un choque el viernes ante el Galatasaray en la Euroliga -un partido de verdad, se entiende-, se vio que aflojó el paso y prefirió evitar la humillación del rival en los minutos postreros. Los 34 puntos que separaron a verdiblancos y azulgranas al término del partido resultaron, naturalmente, con el paliativo de los afeites y el maquillaje propios de este género de supremacías.

Una tercera imagen que podría resumir el Betis-Baskonia fue la de Zan Tabak, técnico bético. De pie en su área técnica, como un maniquí, el técnico croata no dejaba de señalar la misma jugada un lance tras otro. Tabak se había convertido en una estatua de sal, valga la metáfora. El pecado, prosiga el sentido figurado, fue mirar hacia atrás, hacia el banquillo, y encontrar sólo a niños o adultos derrotados por algo peor que una lluvia de fuego. Parecen desconocer a qué juegan los nuevos -Milosevic, Stojanovski o Lockett, de quienes se espera mucho más- y da la impresión de que a los viejos -Alfonso Sánchez o Nachbar- se les olvidó competir.

Tabak marcaba insistentemente la jugada dos, que fue a la postre el número de técnicas con las que se granjeó la expulsión. Corría el minuto 32 y, por primera vez en todo el partido, su equipo encadenaba un parcial a favor de 10-0. Pero no sirvió de nada, como estaba escrito en el guión. Al Betis le siguen faltando en las manos los 20 puntos que no para de repetir su entrenador cada vez que percibe un micrófono encendido. No hay ataque, no existió el trabajo grupal, pero es que la defensa pasó desapercibida. Sin carácter, sin alma, el casillero de triunfos del Betis se ha quedado congelado en los mismos tres triunfos que marcaba el pasado 30 de octubre. Y ya ha llovido, y tanto, desde entonces.

Impotencia, frustración y enfado, en eso consiste el círculo vicios en el que ha caído el conjunto bético, que acumula cuatro jornadas de dolorosas derrotas. El equipo necesita un impulso. Con un ataque desaparecido, la defensa ha dejado de funcionar y el calendario no espera. El objetivo de los 12 triunfos continúa en el horizonte, pero en el futuro se pensará cuando el luto expire.

Ficha técnica

60 - Betis Energía Plus (12+13+15+19): Radicevic (13), Alfonso Sánchez (2), Lockett (9), Nachbar (7), Triguero (6) -quinteto inicial-, Cate (1), Marc García (2), Milosevic (8), Stojanovski (12) y Rigò (-).

94 - Baskonia (29+18+27+20): Larkin (5), Beaubois (8), Hanga (8), Tillie (12), Voigtmann (9) -quinteto inicial-, Blazic (7), Bargnani (9), Shengelia (14), Diop (4), Rafa Luz (4), Budinger (9) y Sedekerskis (5).

Árbitros: Benjamín Jiménez, Francisco José Araña y Jacobo Rial. Eliminaron por dos técnicas al entrenador local, Zan Tabak.

Incidencias: Partido correspondiente a la undécima jornada de la Liga Endesa disputado en el pabellón municipal San Pablo ante unos 3.000 espectadores.

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