Betis Baloncesto

Un equipo contra una banda (94-60)

  • El nuevo Betis de Alejandro Martínez cae con estrépito en Illumbe, barrido por un Gipuzkoa al son que marcó Norel

  • Paupérrima imagen ya en la segunda jornada que debe cambiar el próximo domingo ante el Bilbao

Un lance del partido.

Un lance del partido. / ACB Photos

El Betis Energía Plus puede jugar la Copa, los play off o luchar por no descender. ¿Quién sabe? Nadie asegura nada. Lo que cuenta es el presente, un ahora en el que toca hablar de la derrota del cuadro verdiblanco ante el Gipuzkoa, un partido que enfrentó a un equipo contra una banda que mañana puede ser un gran conjunto, pero que en Illumbe fue sólo eso. En realidad no hubo choque, porque sólo hubo un conjunto sobre la cancha. El resultado habla por sí solo: 94-60. Que en la segunda jornada nadie saque un gramo de orgullo dice mucho, o muy poco, del trabajo realizado hasta ahora. El júnior hispalense lo hubiese hecho mejor.

Ni sirve de excusa que el lunes llegó Schilb y hace 10 días Golubovic ni que son 11 nuevos en la plantilla, que deben conocerse... ¿Acaso llevan los rivales preparando la temporada tres meses? Entre competirle al campeón de liga el domingo e ir a pasearse a San Sebastián debe haber un término medio. Quizá no sea ésta (ojalá) la imagen real del conjunto verdiblanco, pero algo sí se repitió en ambos encuentros y por ahí debería empezar a cambiar el entrenador si mantiene su idea de pelear por ir a la Copa del Rey: sin defensa no hay nada que hacer.

La idea de un baloncesto rápido, mover el balón con alegría y tirar, da igual en qué segundo, es maravillosa. Idílica. Pero si se tienen las piezas adecuadas. Si no, el juego se convierte en un ataque anárquico y una defensa de chiste que permite a Norel adueñarse de la pintura con una facilidad pasmosa: 25 puntos anotó el holandés, que acabó lanzando hasta sin saltar siquiera ante la escasa oposición de los contrarios.

Remar desde el inicio no es una buena señal. Con Norel desatado ante las facilidades que daba el rival y campando a sus anchas en la pintura, el cuadro donostiarra entendió que surtirlo de balones era la mejor opción. Uno, otro y otro... Ocho puntos en el primer cuarto, casi todos bajo el aro con el simple esfuerzo de extender sus brazos. El Gipuzkoa, un equipo limitado aun ganando de 34 puntos al Betis, sabe perfectamente cuáles son sus puntos fuertes y los explota. Con dos o tres conceptos de juego tiene suficientes. Así, aprovechaba perfectamente los dos contra uno para buscar a sus hombres altos, Norel, fundamentalmente, que convertía en asistencia cada balón que le llegaba a las manos, Clark, Agbelse y Fakuade. 54 puntos entre los cuatro, sólo seis menos que el plantel sevillano. Y entre los dos primeros al descanso sumaban los mismos puntos que el rival.

En la otra canasta cada uno hacía lo que quería. Sin jugadas preparadas, sin que el balón circulase, era un tonto el último para elegir lanzador.Si se está acertado no pasa nada, pero la falta de puntería era castigada una y otra vez en la pintura (34/52 en tiros de dos puntos para los vascos).

Con el 14-5 ya debió valorar Alejandro Martínez parar el choque por lo que se veía venir. Cualquiera lo veía. Recordaba tanto al fatídico duelo en Santiago a vida o muerte de la temporada pasada... Pero no lo consideró el técnico, pese a que los suyos desplegaban sobre un desangelado Illumbe –nadie podrá poner la excusa de la presión ambiental– un juego tan anárquico como preocupante.

Aun así el primer cuarto se cerró con un 18-10 que, visto lo visto, incluso no era ni malo. El rival también fallaba lo suyo y permitía todavía creer en la reacción, pero el segundo acto fue si cabe peor para los verdiblancos. Sí, todavía se podía jugar peor. El recién llegado Schilb quiso hacer como Julio César, un veni, vidi, vici, pero le falta todavía ritmo.

Sin un líder en la pista ni un cambio de timón desde el banquillo, al descanso se llegó con el partido roto (42-25) y resuelto para los locales y con una sola asistencia en la estadística del Betis. Una más sumaría en los siguientes 20 minutos. ¡Dos asistencias en todo el partido! Y 23 pérdidas.

Si alguien pensó que ya no se podía hacer peor se equivocó. El mal juego en el segundo tiempo se combinó con las malas caras de los jugadores y el explosivo cóctel permitió al Gipuzkoa darse un festín. Penetraciones a canasta sin oposición, canastas bajo el aro del rival, lanzamientos que ni tocaban el aro de los verdiblancos... Bongou-Colo decidió dejar de tirar triples con el 0/5 (3/27 en total del equipo, por un 5/22 del GBC que tampoco es para tirar cohetes). Un despropósito que, por lo menos, llega en la segunda jornada. Quien no se consuela es porque no quiere.

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