Anosike entra a canasta ante Radovic.

El choque estuvo igualado, con alternancias en las ventajas de cada equipo, siempre con mínimas distancias. Un parcial de 5-0 tras sendas canastas de Kelly, de tres, y Schilb, dejó con un 22-21 al término del primer cuarto.El caso es que el parcial iniciado en el primer cuarto siguió y siguió hasta llegar a un asombroso 35-21 en el minuto 14 de partido. Las causas fueron los hombres bajos: Nelson y Úriz crearon una asociación que hizo carburar el ataque bético.Eso, unido a una defensa renacida, había dejado para la historia de la temporada un parcial de 18-0. El equipo corría tras recuperar, elegía las mejores opciones de tiro, desde dentro o desde fuera, y, sobre todo, apretaba los dientes en defensa, provocando faltas ofensivas, agotando las posesiones a los gallegos y secando a Pustovyi y Thomas, los hombres más peligrosos llegados de Santiago, que acabaron la primera mitad con dos y tres puntos, respectivamente.Con 21 puntos de ventaja (47-26), habiendo culminado la más virtuosa primera mitad, afrontaba el Betis la segunda tras el paso por la caseta. Despertó Obradoiro después del descanso, lo hicieron Thomas y Pustovyi, quienes se entonaban para reducir la desventaja a 10 puntos (52-42) en el minuto 25.El partido entraba en una fase incierta. Había intercambio de golpes que, por parte bética, era dirigida por un Schilb notable. Un triple de McGrath al final del tercer cuarto mantenía arriba a los verdiblancos antes del periodo decisivo (66-54).Como al inicio del cuarto anterior, el Obradoiro volvió a meterse en el partido gracias a un parcial de 0-7 (68-61 en el minuto 34). Pustovyi, quien había mantenido a su equipo en esta fase, fue eliminado por faltas, quedando el camino expedito para la primera victoria.La ventaja local oscilaba entre los cuatro puntos y los ocho. Sólo el carácter quebradizo de los béticos hizo temer por la primera y deseada victoria local. Un triple de Schilb, no obstante, a falta de 36 segundos ponía un tranquilizante, al fin, 79-72 a falta ya de nada. Y llegó el suspiro de alivio.