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El campeón saca músculo

  • El Real Madrid se sobrepone con la autoridad de su juego al gol inicial de Insigne y deja bien encarrilado el pase a cuartos

  • Benzema, Kroos y Casemiro marcan para los blancos

El Real Madrid encarriló los octavos de final de su competición preferida, la Liga de Campeones, encontrando el premio al planteamiento valiente con presión alta de Zinedine Zidane, para remontar con contundencia al Nápoles y mostrar, tras un esfuerzo titánico, credenciales de campeón (3-1).

El Nápoles, que salió valiente, halló oro muy pronto en un desajuste defensivo de los blancos. Varane fuera de zona, Ramos sin condiciones para llegar a cerrar, Keylor otra vez descolocado. Como aquel gol que tanto dolió en el Sánchez Pizjuán. Lo vio Insigne, que castigó el error sin necesidad de avanzar. Su disparo lejano se coló en la portería blanca sin que la estirada de Navas pudiese impedirlo (8').

Diez minutos después, Carvajal culminaba una subida con un pase de lujo con el exterior medido a la testa de Benzema, que extendía su idilio con la Champions.

Sin tiempo para respirar perdonaba el Real Madrid en uno de esos errores impropios de un jugador de la grandeza de Cristiano. Apareció Modric para asistir, dejó solo al portugués, que con todo a favor y en carrera, disparó arriba de zurda. La tenía también Varane con un cabezazo que sacaba bajo palos la zaga italiana.

La segunda parte sería decisiva en el desenlace del duelo. El Nápoles no especuló y su valentía fue castigada con dureza. En defensa no mantiene el nivel del resto del equipo y arriesga con una línea adelantada que el Real Madrid destrozó. En el riesgo está el disfrute pero en el Bernabéu le costó caro.

Donde comenzó a deslumbrar al mundo cayó Cristiano y desde el costado derecho desató una bicicleta recordando viejos tiempos, se fue con la facilidad que hacía mucho no se le veía y su pase atrás lo remató Kroos con uno de sus disparos que son pases a la red. Era el minuto 49 y una nueva remontada se ejecutaba.

Debía decidir el Nápoles dar por bueno el resultado o arriesgar. Sarri había dejado claro que si perdían no sería por cobardía y buscó el gol. La presión trabajada del equipo de Zidane dio su premio en la lucha de James. El balón llovió del cielo a Casemiro que enganchó una volea magnífica para el 3-1.

A los intentos italianos les faltó acierto para meter más pimienta a la eliminatoria. En el continuo intercambio de golpes pudo sentenciar el campeón.

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